El Diario

Indígenas de Puebla: desplazado­s, sin agua, sin tierra y sin trabajo

Activistas en defensa de los pueblos indígenas exigen detener las concesione­s de sus tierras y recursos

- MÉXICO

Gardenia Mendoza

B@ GardeniaMe­ndoza “No estamos en contra del desarrollo, pero queremos ser parte, no que nos echen de nuestros pueblos”. Osvaldo Villegas, activista del Movimiento para la Defensa del Agua Potable, resume con esta frase la razón del viaje de un grupo de representa­ntes de organizaci­ones sociales desde los lugares más recónditos del estado de Puebla a la capital mexicana, para defender los derechos de los pueblos indígenas.

Perseguido­s, asesinados, encarcelad­os e intimidado­s, los indígenas quieren llamar la atención sobre lo que ocurre en las comunidade­s donde nacieron y crecieron sus ancestros y que hoy están en manos de 440 concesione­s mineras, agroexport­adoras, petroleras, hidroeléct­ricas y presas que sobreexplo­tan el agua, arrebatan las tierras y los obligan a emigrar.

“Tenemos los rec ursos, la mano de obra, los conocimien­tos, ¿por qué se los dan a empresas extranjera­s o a los hombres más ricos de México?”, cuestiona Villegas sobre cada uno de los proyectos aprobados en la sierra que han quedado en manos de asociacion­es como Living Water Internatio­nal, Coca Cola, Chevron, Audi, gente cercana al exgobernad­or Rafael Moreno Valle o al Grupo México, Carlos Slim y hasta compañías chinas.

Los activistas agrupados en la Coordinado­ra Nacional Plan de Ayala dicen que ellos han hecho algunas propuestas para su desarrollo como la creación de una cervecera en una región abundante en cebada, pero el gobierno las archiva en el sótano del olvido, desinteres­ado, dicen, porque no hay dinero de por medio para los funcionari­os, internacio­nales.

Las consecuenc­ias de esta insensibil­idad política y económica son múltiples. En la comunidad de Chinactlán, por ejemplo, la contaminac­ión del agua por parte de una empresa biotérmica autorizada por las comisiones nacionales de Electricid­ad (CFE) y la Nacional de Aguas, obligó a cientos de poblanos indígenas que otrora se dedicaban al cultivo de manzana y café o a la pesca, a salir a buscar trabajo a la ciudad y engrosar así los cinturones de miseria.

“En Copales, Mazaltepec y Atotoyaca se dedicaban totalmente al cultivo de pescado y camarón y ahora ya no hay f uente de empleo”, advirtió Manuel Gaspar, del Movimiento Independie­nte, Obrero, Campesino, Urbano y Popular.

El modus operandi de las autoridade­s para otorgar las concesione­s de tierra y agua a las empresas, consiste en simular consultas a los pueblos indígenas (para cubrir el requisito que exige el artículo 169 de la Ley Federal del Trabajo) o simplement­e no hacerlas, según han documentad­o los inconforme­s, que contabiliz­an bajo este esquema 160,000 hectáreas entregadas a la minería.

Esto es el 66% del territorio catalogado como de los pueblos originario­s.

Para quienes apoyan los (regalos como computador­as o cafeteras) o palo, es decir, persecució­n (actualment­e hay 360 presos políticos) y muerte. Entre los asesinados se encuentran Antonio Esteban (opositor al proyecto de la hidroeléct­rica en el Río Apulco); Frumencio Solís (presuntame­nte por oponerse a la entrega de agua a la fundación Living Water) y otros cuatro activistas entre 1986 y 2017.

Entre los encarcelad­os por actos derivados de su negativa a la construcci­ón del gasoducto Morelos están Abraham Cordero, Enedina Rosas y Juan Carlos Flores; 10 más detenidos en diversas ocasiones por protestas contra otras obras.

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