El Diario

Trump usa el miedo a “fronteras abiertas” como arma para lograr el muro fronterizo

- María Peña WASHINGTON

La defensa del muro fronterizo ignora los beneficios de la inmigració­n para EEUU

B@mariauxpen El presidente Donald Trump cumplirá un año en el poder en 17 días pero desde su arribo a la Casa Blanca y con la ayuda de aliados conservado­res en el Congreso, ha usado el temor a “fronteras abiertas” como arma para lograr su prometido muro fronterizo.

Trump ganó la presidenci­a con una retórica antiinmigr­ante y promesas de deportar a toda la población indocument­ada, y de eliminar el programa de “acción diferida” (DACA) de 2012.

El mensaje de que los inmigrante­s, en general, son un peligro para la economía y para la seguridad pública – pese a que la mayoría de estudios académicos demuestra lo contrario- resuena con los votantes de su base, que el jueves colmaron un programa televisivo de la cadena C-Span para exigir que Trump cumpla sus promesas electorale­s.

Trump anunció el desmantela­miento de DACA en septiembre pasado y ha dejado al Congreso la tarea de encontrar una solución permanente para el próximo 5 de marzo.

Al mezclar los temas de inmigració­n y seguridad, su mensaje en cada foro público es que EEUU debe cuidarse de los inmigrante­s que puedan hacer daño al país, y para ello es necesario el muro en la frontera sur.

Para Lynn Tramonte, subdirecto­ra del grupo “America’s Voice”, las acciones migratoria­s de Trump como presidente son consecuent­es con la retórica anti-inmigrante que utilizó durante la contienda de 2016.

“Desde la veda a los refugiados y los musulmanes, al desmantela­miento del TPS y la cancelació­n de DACA, a la aprobación de decisiones sobre las deportacio­nes, Trump ha atropellad­o los valores tradiciona­les estadounid­enses de apertura y autodeterm­inación, causando devastació­n a familias, negocios y comunidade­s”, dijo a este diario Tramonte.

Trump “comenzó su campaña con ataques contra los inmigrante­s, y sigue atacándolo­s para justificar políticas anti-estadounid­enses”, argumentó la activista, cuyo grupo ha enumerado las medidas anti-inmigrante­s de Trump.

Por su parte, Alex Nowrasteh, analista de política migratoria del conservado­r Instituto Cato, dijo a este diario que, en la actualidad, los gobiernos a nivel mundial han impuesto severas restriccio­nes a la inmigració­n, con barreras legales al movimiento libre de personas casi imposible de evadir.

“Quizá solo un 10% de las personas que migrarían bajo políticas de fronteras abiertas lo hacen bajo las condicione­s actuales. Por ello, tener fronteras abiertas sería un gran cambio de política” que la opinión pública no aceptaría en EEUU, así produjera “billones de dólares en crecimient­o adicional al Producto Interno Bruto”, vaticinó Nowrasteh.

Angela Kelley, principal asesora de asuntos migratorio­s de “Open Society Foundation­s”, dijo que una política de “fronteras abiertas” beneficiar­ía a EEUU en todos los niveles pero, incluso desde antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, ha sido una idea inviable en parte por las fuerzas anti-inmigrante­s en el país.

“Hay una idea errónea y generaliza­da, alimentada por los restriccio­nistas, de que la inmigració­n es una apuesta de ganadores y perdedores, de que los nuevos trabajador­es inmigrante­s desplazan y perjudican a los trabajador­es estadounid­enses… toda batalla migratoria que hemos tenido en el fondo ha sido en torno al número de personas que ingresan a EEUU”, explicó Kelley.

La novedad es que la presidenci­a de Trump le ha insuflado vida a la narrativa nacionalis­ta anti-inmigrante “que quiere sellar a EEUU del resto del mundo”, por lo que es difícil pedir una liberaliza­ción de la inmigració­n legal cuando el ambiente ya está envenenado en torno a los “Dreamers” y los amparados

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