‘Amigos del tren’ busca explicar en EEUU el cruel drama de la migración centroamericana
√ “Ya no aguantaba más a ese loco’’, dice Miguel, un niño de 10 años que llegó hasta Guanajuato (centro de México) sobre el tren de carga que utilizan los mexicanos para viajar clandestinmente. “Mi mamá no estaba, mi papá se drogaba y un día él me dijo que me fuera y no volviera. Me fui’’.
Miguel está a lado de las vías del tren con una mochila pequeña que cuelga sobre su espalda, pantalones de mezclilla, sudadera negra desgarbada. Se bajó de “La Bestia’’ —como se le conoce al ferrocarril— y ahí cuenta su historia para las cámaras del cineasta Andrea Fumganalli , un italiano radicado en Nueva York que busca hacer conciencia sobre el drama de la migración centroamericana en el idioma del país receptor: el inglés.
A Amigos del Tren, su documental producido por Andrea Salvadore y patrocinado por la Televisión Pública Italiana, le preceden un puñado de historias sobre el mismo tema, tanto en largometrajes como en literatura, pero muy pocas con una narrativa para el angloparlante.
“Es muy importante que los estadounidenses entiendan de la mejor manera posible lo que está ocurriendo en Centroamérica y todo lo que la migración implica para salir de sus países y al pasar por México’’, explica Fumagalli tras la presentación de la filmación en el 25 Festival de Cine Latino en San Diego, donde tuvo buena recepción.
James Cordero, integrante de la organización Angeles de la Frontera, quien acudió a la proyección como cinéfilo, destacó que es importante hacer entender “a los americanos’’ que los problemas de la migración no empiezan al cruzar la frontera, sino desde kilómetros al sur. “Yo mismo que conozco el tema por mi trabajo, estuve muy impactado de escuchar las razones’’.
El pequeño salvadoreño Miguel se encuentra en Guanajuato con la organización Amigos del Tren (que da nombre al documental), fundada por Marcelo González, quien un día dejó atrás su vida de clase alta en Bolivia — para la que se había preparado en EEUU como administrador de negocios— tomó su carro y se quedó a vivir en Irapuato, a lado de los rieles del ferrocarril.
Ahí aceptó ser el protagonista del documental para transcender ante las cámaras con su labor filantrópica, rodeado de otros activistas mexicanos que curan heridas y dan comida a los migrantes que arriban a este punto: algunos violados, otros robados, maltratados, mutilados, traficados por su propia voluntad o engañados como una niña de 12 años a quien una amiga prostituta de 19 quería engatusar.
Posteriormente encontraron a Miguel, salpicado de manchas blancas en la cara por mal nutrición, entre otros centroamericanos que negaron ser responsables del cuidado del niño que se encontraba solo intentando con sus manos aferrarse a las escaleras que suben a los vagones y también deciden ayudarlo con ayuda de Willy, un adolescente que da a la trama un final inesperado.l