“Señor Trump, pare su show y violencia”
Migrantes que participan en la caravana reclaman frente a la embajada de los Estados Unidos
Con niños en brazos o embarazadas; descalzos o con zapatos improvisados, los pantalones sujetados con lazos; los dientes, brazos y piernas sucias; las uñas enlodadas y el cabello sin peinar aunque con la voz firme, alrededor de 150 inmigrantes llegaron a la capital mexicana para reclamar frente a la embajada de EEUU las displicencias del presidente Donald Trump.
“No que no, sí que sí, ya volvimos a salir’’, “No somos migrantes indocumentdos, somos trabajadores internacionales’’, corearon en consignas desde el monumento del Ángel de la Independencia a la sede diplomática para demostrar que su protesta no se disolvió como había dicho el magnate, aunque sí tuvo una merma desde el millar de participantes que iniciaron el recorrido.
En la vanguardia iba Morena Elízabeth, de 30 años, con su hijo de 11, quienes huyeron de Zacateconautla, un poblado de 100 casas en El Salvador, después de que a ella la violaron pandilleros de la Mara Salvatrucha una noche de finales de febrero pasado, delante de sus dos niños, cuando supieron que era madre soltera.
“Ellos hacen lo que quieren hasta en el último rincón de mi país’’, dijo a este diario con los ojos enrojecidos: está cansada, no sabe si quiere ir a EEUU tras las amenazas de Trump y no sabe qué será de su vida salvo que, por ahora, no morirá en manos de los malandrines de su país.
“Dejé a mi niño más pequeño con mi mamá porque no podía huir con los dos y corrí para México, antes de que se llevaran al niño mayor’’.
Cuando llegó a un albergue de Tapachula, la ciudad fronteriza con Guatemala, alguien le dijo que Irineo Mújica, de la organización Pueblos sin Frontera, planeaba una marcha para llamar la atención del problema en “El Triángulo de la Muerte’’ — como llaman a los países que integran Honduras, El Salvador y Guatemala— y ella se sumó.
Le gustó el discurso de Mú- jica. El mismo que escuchó desde el megáfono frente a la embajada. “Lo que estamos pidiendo es que Trump, en vez del show que está dando por el tema de los inmigrantes y los militares, ayude a buscar soluciones sensibles y que se pida cuentas a los presidentes del Triángulo de la Muerte para que sanen los problemas, que cese la violencia, ¿cómo es posible que no puedan controlar a las pandillas?
Análisis de organizaciones civiles como “Insight Crime” concluyen que EEUU ha sido una pieza activa en la desestabilización centroamericana al expulsar a pandilleros que se formaron allá -principalmente en Los Angeles- por las políticas de marginación de los hijos de refugiados de los años 80. Entre 1999 y 2002, EEUU expulsó a alrededor de 31,000 que se han multiplicado por cientos en los países de origen.
A Hector David Barajas, de 20 años, lo querían obligar a matar a los suyos como sicario en Santa Bárbara, Honduras, a cobrar cuotas de extorsión, imponer toques de queda, meter miedo. Al taller de pintura de autos, donde trabajaba, llegaron tres muchachos de su edad y le dijeron que si no se presentaba al día siguiente en un lugar para “entrenarlo’’ con las armas de fuego lo iban a matar.
“Y aquí estoy’’, dijo frente a la embajada gringa. Luego cantó el himno de su país que en algún momento corearon todos: De un país donde el sol se levanta/ más allá del atlante azulado/ aquel hombre te había soñado/ y en tu busca a la mar se lanzó…
“Nadie quiere irse de sus países, Honduras es hermoso, El Salvador es hermoso’’, recordó Mujica ante el amplificador de voz para explicar las razones de la marcha de Pueblos sin Fronteras que concluirá el próximo miércoles en la Ciudad de México, después de visitar el Senado, la embajada de Honduras y tocar las puertas de la ONU.