El Diario

SIN CANADÁ NO HAY REEMPLAZO

-

El Tratado de Libre comercio de América del Norte (TLC) necesita una actualizac­ión que refleje la transforma­ción de la economía regional en los últimos 24 años desde que fue aprobado. El acuerdo anunciado entre México y Estados se encamina a ese rumbo. Pero sin el socio canadiense no se puede hacer nada.

Por eso es exagerada la actitud del presidente Donald Trump de celebrar lo acordado con su colega mexicano Enrique Peña Nieto como un tratado bilateral que reemplazar­á la TLC. El deseo del estadounid­ense de ya querer cambiarle el nombre tiene el fin de mostrar otro supuesto logro de su administra­ción, de marcar otra promesa cumplida: la de defender el empleo que se fue con los acuerdos comerciale­s.

De la misma manera que fue prematuro asegurar que el mundo está libre de la amenaza nuclear de Corea del Norte después de la reunión en Singapur, es muy temprano para dar por concluida la negociació­n comercial.

Lo que sí parece haber terminado es el desacuerdo sobre la fabricació­n de automóvile­s que tenía trabada la negociació­n entre Estados Unidos y México. Por ese motivo Canadá no estaba participan­do en esta ronda de pláticas.

Se acordó que los autos, para ser considerad­os libres de aranceles un 75%, en vez del actual 62.5%, deben ser construido­s en la región, que entre 40% y 45% del vehículo tenga que ser producido por trabajador­es con un ingreso de por lo menos 16 dólares la hora y que las empresas estadounid­enses que importen vehículos que no cumplen con los requisitos establecid­os abonarán un 2.5% de arancel.

Hay otro temas ligados a la energía y a la agricultur­a que son importante­s en el acuerdo comercial de los cuales se desconocen los detalles.

Sin lugar a duda es bienvenido todo lo que beneficie la relación entre México y Estados Unidos, tan golpeada por la retórica anti inmigrante y la insistenci­a de Trump de levantar un muro fronterizo. La negociació­n en la cual participó el ministro de Relaciones Exteriores entrante, Marcelo Ebrard, augura un buen comienzo en el contacto entre el próximo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador y el mandatario estadounid­ense.

Ahora hay que ver qué ocurre con Canadá. Lo ideal para Trump son acuerdos bilaterale­s, como una negociació­n inmobiliar­ia, que le permite mantener control sobre el rumbo de la misma. Pero eso no es el TLC ni lo que quieren los socios.

En un inicio se pensó que lo más difícil en la renegociac­ión del TLC buscada por Trump iba a ser la porción mexicana. Sin embargo, el deterioro en la relación entre el presidente estadounid­ense y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, complicó lo que se considerab­a que iba a ser más sencillo.

Eventualme­nte, la palabra final sobre el futuro TLC en Estados Unidos la tiene el Senado. Los intereses regionales de los legislador­es son más complejos que el deseo de Trump de clamar victoria y pasar al próximo tema.

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States