Juez Kavanaugh
La acusación de Christine Blasey Ford contra Brett M. Kavanaugh, juez en proceso de convertirse magistrado de la Corte Suprema de Justicia, es más delicada que aquella que impuso Anita Hill a Clarence Thomas en 1991.
Anita Hill acusó a su exjefe por acosarla sexualmente, mientras los dos trabajan en la Agencia de Derechos Civiles del Departamento de Educación y en la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo (EEOC).
Al frente de una comisión del Senado totalmente conformada por hombres, Hill explicó que Thomas le contaba escenas sexuales de animales, agravios carnales y situaciones sexuales de múltiples parejas. Nunca se quejó porque tuvo miedo que Thomas tomara medidas de retaliación.
Al final y después de un cuestionamiento altamente injusto para Anita Hill en el Senado, Thomas fue nombrado a la Corte Suprema de Justicia.
Hoy, el cargo que imputa Ford a Kavanaught no simplemente es acoso sexual sino intento carnal agravado o violación sexual cuando los dos eran adolescentes. De acuerdo a los comentarios que produjo el abogado de Ford a los medios de comunicación, los dos y otros compañeros se reunieron en una casa para festejar.
Cuando ella decidió ir al baño en el segundo piso, Kavanaugh la empujó abruptamente hacia la dirección de una habitación y la recostó forzosamente sobre una cama. La empezó a tocar sus partes íntimas, trató de desvestirla y le tapó la boca para que no pueda pedir auxilio. El nominado de Trump para la Corte Suprema está en la mirilla por un escándalo de acoso sexual ocurrido en su juventud. “Tuve miedo de morir cuando me tapo la boca”, dijo.
En la habitación también había otro muchacho de nombre Mark Judge, quién también se lanzó sobre ella. Los tres cayeron al piso y fue en ese instante que Ford aprovechó para librarse de los dos y salir corriendo del lugar.
La escena que describe no es un cuento del otro mundo. Muchas mujeres de esa edad en ese entonces y hoy son amedrentadas por hombres adolescentes que pierden el control por el efecto del alcohol o se dejan dominar por sus inclinaciones sexuales enfermizas.
En ese momento, si Christine Ford acudía a las autoridades, tenía todas las de perder. Las leyes no la respaldaban, el ordenamiento jurídico de entonces era machista y la sociedad la hubiera etiquetado como una joven libertina, con debilidades hacia el alcohol y el sexo.
Hoy, el ordenamiento jurídico tiene las mismas tendencias. Es decir, siguen siendo machos. Sin embargo, la sociedad estadounidense cambió. Hay un proceso de empoderamiento de la mujer y ya no son dóciles como en el pasado.
Christine Blasey Ford tiene derecho a una investigación antes de testificar ante el Senado. Yo sí le creo.•