RETÓRICA DE ODIO Y SUS VIOLENTAS CONSECUENCIAS
El presidente Donald Trump denuncia el antisemitismo y habla de unidad, al tiempo que afirma que la prensa es la culpable de la atmósfera divisiva y violenta imperante. Sus denuncias son huecas y sus llamados a la unidad y responsabilizar a la prensa de la toxicidad que él promueve destilan un cinismo sin par.
Los horrores de esta pasada semana son una brutal manifestación de lo que puede ocurrir cuando un lunático extremista toma literalmente la retórica venenosa de un líder.
Los habilitadores de Trump afirman que el presidente no tiene responsabilidad por los incidentes, que los responsables son quienes envían las bombas o halan el gatillo. Utilizar retórica incendiaria, repetir falsedades, tildar a la prensa de enemiga del pueblo, mentir sin pudor, incitan a desequilibrados extremistas a cometer actos de terror.
Las palabras y el mensaje tienen serias consecuencias. Llevamos tres años y medio, escuchando a los defensores de Trump decir que es solo “retórica” que su base quiere escuchar.
Esa retórica se ha tornado en política pública prejuiciosa, como el veto musulmán, la cancelación del TPS para personas provenientes de lo que el presidente considera “países de mierda”, la cancelación de DACA, el recrudecimiento de las leyes de asilo, la separación de familias en la frontera o el encierro de menores en centros de detención.
La más reciente caravana de migrantes centroamericanos es explotada por Trump para agitar a su base y movilizarla a las urnas regando falsedades, diciendo, sin pruebas, que terroristas y que son miles que vienen a invadirnos y que es necesario enviar al Ejército.
En realidad, el grueso de los que integran la caravana vienen en grupo para garantizar su seguridad en la terrible travesía al Norte. Huyen de la violencia e intentan hacer lo que hace cualquier refugiado, llegar a un puerto de entrada y solicitar asilo.
Pero como la caravana arrancó en plena temporada electoral, a Trump se le hizo muy sencillo recurrir a la demagogia.
Hay individuos capaces de llevar el prejuicio hasta sus últimas consecuencias, supremacistas blancos como los que Trump tildó de “buenas personas” tras el incidente de Charlottesville que toman esa “retórica” literalmente.
Así, el asesino de la sinagoga, que odia a los refugiados y a los grupos que los apoyan, pensaba que, en efecto, la caravana de migrantes viene a “invadir” el país y son “financiados” por liberales, entre otros, el filántropo judío George Soros. Once judíos fueron masacrados en pleno servicio religioso.
El detenido por enviar bombas a políticos y figuras opositoras de Trump se retrataba en los rallies del entonces candidato luciendo con orgullo la gorra roja de MAGA.
Trump siguió adelante con sus rallies en diversos puntos del país atizando a su base que siguió coreando “Lock her Up!” cuando se menciona a Hillary Clinton, una de las figuras que recibió una bomba.
El Incitador en Jefe es como quien provoca un accidente mortal manejando irresponsablemente y luego pasa por la escena preguntándose qué habrá sucedido. No hay conciencia ni remordimiento.