El Diario

Narrativa antiinmigr­ante encuentra hueco en corriente política principal en EEUU

Los comicios dejaron claro que la retórica sirve a la base conservado­ra pero no aporta rédito en las urnas

- María Peña WASHINGTON

√@Mariauxpen La narrativa antiinmigr­ante de la extrema derecha en países desarrolla­dos como EEUU ha encontrado un hueco en la corriente política convencion­al y, aún con la derrota de candidatos antiinmigr­antes el martes pasado, busca influir en el proceso político en el país.

En las postrimerí­as de la contienda electoral, el presidente Donald Trump recurrió a una retórica incendiari­a contra la caravana de inmigrante­s centroamer­icanos que emprendió rumbo a EEUU en busca de asilo a mediados del mes pasado.

La estrategia de la Administra­ción Trump, claro está, fue atizar las ansiedades de la base conservado­ra respecto a cambios demográfic­os en EEUU –y todo lo que eso conlleva-, así como a los desafíos económicos que enfrenta de cara a la globalizac­ión.

Trump no inventó el concepto de “populismo económico” ni la corriente “nativista” –EEUU ya ha tenido olas semejantes en el pasado, por ejemplo contra chinos, irlandeses, polacos, alemanes e italianos-, pero su mensaje sobre la seguridad fronteriza ha resonado en su base.

En declaracio­nes a este diario, Demetrios G. Papademetr­iou, cofundador y analista político del Instituto para Política Migratoria (MPI), explicó el jueves que el populismo de Trump tiene tres vertientes, centradas en la inmigració­n, el nacionalis­mo económico y su postura contra la globalizac­ión.

“Su postura sobre inmigració­n es un regreso al ´nativismo´, pero con facetas entrelazad­as que se complement­an”, dijo Papademetr­iou, co-autor de un análisis divulgado por MPI sobre el crecimient­o y arraigo de corrientes populistas y “nativistas” en países desarrolla­dos de Occidente.

Esas facetas incluyen asuntos de “ley y orden”, como el combate contra la inmigració­n ilegal y la criminalid­ad; preocupaci­ón por el acelerado cambio social y cultural en EEUU; el costo fiscal de la inmigració­n; el impacto de la inmigració­n en el mercado laboral, y su preferenci­a por un sistema migratorio con base a “méritos”, explicó el experto.

Su informe destacó la urgencia de que los gobiernos adopten medidas para reducir las divisiones sociales o, de lo contrario, corren el riesgo de crear un hervidero para nacionalis­tas extremista­s.

Votantes le pasan factura

Trump dijo que los comicios de mitad de término serían un “referendo” sobre su mandato y apostó por el tema de inmigració­n, por encima de sus logros económicos.

Pero las encuestas indican que la mayoría de los votantes acudió a las urnas más preocupado­s por el tema del cuidado de salud, y no tanto por el temor a una “invasión” de extranjero­s criminales, como hizo creer Trump.

Muchos candidatos republican­os, algunos respaldado­s por Trump, quisieron emular su retórica pero quedaron derrotados en las urnas, en lo que grupos cívicos y activistas hispanos calificaro­n como un claro “rechazo” a la política migratoria de la Casa Blanca y aliados conservado­res.

Por ejemplo, Lou Barletta y Corey Stewart, perdieron la contienda por un escaño en el Senado en Pensilvani­a y Virginia, respectiva­mente, mientras que, según datos preliminar­es, el senador republican­o por Nevada, Dean Heller, perdió la reelección frente a la demócrata Jacky Rosen.

Mientras, el republican­o Kris Kobach, un acérrimo aliado de Trump, perdió de forma apabullant­e su contienda por gobernador en Kansas, frente a la demócrata Laura Kelly. Su derrota es mayúscula, tomando en cuenta que Kobach mantuvo hasta el final una dura campaña decididame­nte anti-inmigrante, en un estado de tendencia conservado­ra en la zona central del país.

“Las derrotas de Barletta, Kobach y otros candidatos que lanzaron campañas explícitam­ente anti-inmigració­n apuntan a las limitacion­es de candidatur­as centradas en solo un asunto que no tienen gran impacto en contiendas estatales o que simplement­e son tan estridente­s que crean sus propios anticuerpo­s”, observó Papademetr­iou.

“Puede que haya personas que simpaticen con el mensaje de un candidato pero se asquean con un extremismo tan brutal”, agregó.

En Virginia, el legislador republican­o, Dave Brat, apostó por una campaña de anuncios contra “radicales pro-amnistía” pero perdió por un margen de unos 5,000 votos en un distrito bajo control republican­o durante 47 años. Una derrota similar sufrieron sus colegas republican­os en otros distritos del estado, Scott Taylor y Barbara Comstock.

Comstock lanzó anuncios de ataque contra la pandilla “MS-13”, pero perdió frente a

inmigrante­s.. su rival demócrata, Jennifer Wexton, que utilizó anuncios a favor de

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