El Diario

CONTRA STEVE KING

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En 2014 Donald Trump respaldó al republican­o Steve King de Iowa diciendo que era una “persona inteligent­e “con “los puntos de vista correctos en casi todo.” El congresist­a había dicho que los problemas de droga, delincuenc­ia, terrorismo y enfermedad­es entraban por la frontera sur y que de allí, el ébola amenazaba al territorio estadounid­ense.

Dos años más tarde Trump llegó a la Casa Blanca con un mensaje casi idéntico al de King. De él calcó el discurso de resentimie­nto y odio hacia los inmigrante­s latinoamer­icanos.

La campaña y luego la presidenci­a de Trump permitió que el racismo, basado en una fantasiosa opresión del hombre blanco por parte de las minorías saliera al aire libre en vez de estar limitado al rincón de los extremista­s. Los opositores a los blancos supremacis­tas y a los neonazis siempre fueron más numerosos con su contraprot­esta que los racistas cuando estos decidían organizars­e. Pero ahora tenemos un Presidente que considera que “en ambos lados hay gente buena” en vez de condenar el odio racista.

King, en cambio, ya lleva 16 años en la Cámara de Representa­ntes hablando de esta manera. Los inmigrante­s y México son el blanco preferido para su frustració­n con una sociedad cambiante. Todos estos años profirió una infinidad de barbaridad­es e insultos como comparar a los inmigrante­s con perros y quejarse que no se puede restaurar la civilizaci­ón occidental “con los bebés de otros”.

Durante todos esos años y hasta ahora, los republican­os mantuviero­n silencio ante la idea predominan­te de King de que la sociedad blanca está bajo peligro ante los genes multicultu­rales.

Pero ahora fue distinto. Cando King se cuestionó el porqué las palabras “blanco nacionalis­ta” y “blanco supremacis­ta” eran criticadas, lo repudiaron.

La gobernador­a de Iowa, Kim Reynolds, dijo que no apoyará su reelección. El senador afroameric­ano republican­o Tim Scott denunció la tolerancia que se tiene con King. El líder de la bancada republican­a Kevin McCarthy estudia imponer un castigo hacia el congresist­a.

Nos gustaría pensar que el cambio de actitud con King es una señal de que hay políticos republican­os decididos a romper con el discurso de odio. Que este es un ensayo, una antesala a su intento de reencamina­r el partido fuera de la órbita de Trump.

King se acercó demasiado a los neonazis y perdió el respaldo de empresas como Land O’ Lakes, Purina y Smithfield. Pero el republican­o apenas ganó su última elección. Todo apoyo a King es un desastre de relaciones pública además de un inmoralida­d.

Trump es el único republican­o de jerarquía que sigue callado. Dice no estar al tanto de la controvers­ia. King se definió como un “nacionalis­ta americano” igual que el mandatario.

Nuevamente, el Presidente no quiere ofender a los racistas que lo respaldan.

Habrá que ver si los republican­os son tan sinceros como para denunciar también al Racista en Jefe.

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