El Diario

Cambio

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Si la “izquierda” está con los Maduro, que no se queje de que la “derecha” se incline hacia los Bolsonaro y la gente los vote en masa. Los únicos que deberíamos quejarnos somos nosotros: los que no amamos ni a los unos ni a los otros y no creemos que haya Dios o “pueblo” por encima de todo; los que miramos a la realidad más que a los deseos, a los hechos más que a las palabras y a la razón más que a la fe; los que no nos casamos con un partido de por vida, no le debemos nuestra felicidad a un redentor, no abrazamos una ideología como una religión, no llevamos puesta la camiseta de un líder ni vamos a la cancha a hinchar por él.

Y si vamos, no cubrimos de insultos al árbitro porque cobra faltas a nuestro equipo: nunca aceptaríam­os ganar jugando en una cancha inclinada, como lo ha estado haciendo el chavismo durante veinte años, antes de cerrar la cancha, porque ni siquiera así lograba ya ganar.

Liberté, egalité, fraternité: ¿cuál de estos nobles principios el régimen chavista no ha pisoteado, humillado, prostituid­o? Miseria, violencia, muerte, tortura, éxodo, corrupción, narcotráfi­co: ¿qué más necesitan para quitarse la venda de los ojos? ¿No entienden que al quedarse sobre ese carro llevarán al barranco hasta las buenas intencione­s y los mejores ideales?

Recobren el juicio; tómense un antídoto contra el hechizo; salgan de la resaca de la borrachera ideológica.

Cuánta excitación con solo escuchar el nombre de EEUU; debe ser un complejo. ¡Qué no darían por ser atacados, qué El fracaso de los caudillos “revolucion­arios” debería dar paso en la región a un pensamient­o político heredero del humanismo, tolerante y pluralista. no harían para ser invadidos y actuar de víctimas sobre la piel de su propio pueblo! Lo peor es que en la Casa Blanca circula tanta locura que le podrían dar el gusto.

No les importa lo que es mejor para los venezolano­s, no intentan ponerse en su lugar, no tienen sensibilid­ad para su destino: los pobres y los perseguido­s son tales solo si profesan su fe; los derechos son humanos solo si son de su equipo.

No hacen caso a que, junto con Estados Unidos, docenas de gobiernos de diferentes colores se han expresado del mismo modo; que hay una manera muy simple de eliminar toda “injerencia” y ahuyentar a los fantasmas violentos: celebrar elecciones regulares, permitir la ayuda humanitari­a, respetar los derechos humanos, plegarse a la democracia dejando de pisotearla. La solución más obvia no les viene a la mente.

Con Venezuela, la “izquierda” latinoamer­icana se está suicidando. Tocó el fondo y continúa cavando. Quién sabe si a fuerza de hacerlo no acabe por encontrar la luz y descubrir las razones que, hace mucho tiempo, indujeron a la izquierda reformista europea a liberarse de los demonios maximalist­as y las utopías redentoras; a medirse con el mundo tal como es y no como debería ser de acuerdo con sus biblias.•

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