El Diario

Su secreto estaba en los guantes

Muere el mítico portero inglés y obliga a recordar la atajada a Pelé

- Hernán Bahos/EFE

El secreto de Gordon estaba en los guantes.

Durante la preparació­n en México para el Mundial de 1970, Gordon Banks, el porteo de Inglaterra fallecido ayer a los 81 años de edad, concluyó que el calor y la dureza de las canchas demandaría­n recursos extras para paliar el desgaste físico y neutraliza­r los rebotes caprichoso­s del balón.

Por entonces, advirtió que los porteros mexicanos y sudamerica­nos utilizaban guantes de mayor talla que las manos, con una cubierta de goma agujereada en las palmas y dedos.

Así ganaban control del balón, por el mayor agarre, y reducían el impacto gracias a los hoyuelos, que añadían amortiguac­ión.

¡Y pensar que hasta entonces Banks jugaba con guantes de jardinería que “tuneaba” al pegarles los chicles que masticaba!

La prueba de fuego para los guantes nuevos del hombre que solía desafiar las leyes de la gravedad a la hora de viajar de palo a palo, se dio el 7 de junio en el Estadio Jalisco, de Guadalajar­a.

Bajo un sol justiciero, las seleccione­s de Inglaterra y Brasil cumplían ese domingo su segunda presentaci­ón en el Grupo 3.

Un pase profundo del capitán y lateral derecho Carlos Alberto fue aprovechad­o por Jairzinho para adelantar a su marcador y, sobre la última línea, lanzar un centro alto al corazón del área.

“Cuando vi a Jairzinho levantar la pelota, supe que se me venía una cruz. Me posicioné pensando que el balón iría hacia el punto de penalti, pero el centro fue más a la derecha, como si fuera a una cita con Pelé, que parecía suspendido en el aire”, relató después el hombre que a los 17 años cambió la albañilerí­a por el fútbol.

Tras el remate de cabeza, el balón salió como un mazazo que obligó a Banks a calcular en milésimas el efecto del rebote inicial en el césped para luego volar con la mano diestra estirada hacia su poste.

Pasaron uno, dos segundos. El portero de los “Tres Leones” aterrizó pesadament­e contra la red lateral interna. Vio cómo Pelé se llevaba las manos a la cabeza, con cara de “no lo puedo creer”.

A continuaci­ón Bobby Moore le robó una sonrisa tras susurrarle: “Te estás volviendo demasiado viejo, ‘Bansky’. Antes las agarrabas”.

La verdad fue otra. “Esos hoyuelos de goma hicieron su trabajo”, celebró el que sería consagrado como mejor portero de ese Mundial.

“Él vino de ningún lado e hizo algo que yo no creía que era posible. Empujó mi cabezazo hacia arriba y hacia fuera”, recordó ayer Pelé.

Al término del partido, que la Canarinha ganó gracias Demostraci­ones de respeto de inmediato apareciero­n en la estatua de Gordon Banks afuera del estadio del Stoke City. a un gol de Jairzinho, Pelé declaró desconsola­do: “Yo marqué el gol, pero Gordon Banks lo paró”.

La acción ha sobrevivid­o como la mejor parada de la historia, por el rechace en sí mismo y por quiénes lo protagoniz­aron; el mejor jugador y el portero que entonces defendía el título de campeón del mundo.

“Yo estoy contento que él haya parado mi gol, porque aquel acto fue el inicio de una amistad entre nosotros que siempre voy a valorar”, afirmó Pelé en un homenaje en sus redes sociales.

““Tengo una profunda tristeza en mi corazón hoy y envío mis condolenci­as a la familia, de la que (Banks) tenía tanto orgullo”, expresó Pelé.

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/GETTY IMAGES Banks desvía un tiro de Denis Law, de Escocia, en un juego de 1967 en Wembley.
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/EFE Banks en 2017, en el sorteo del Mundial de Rusia.

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