El Diario

EL TERRORISMO ES BLANCO

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Existe una amenaza terrorista en Estados Unidos. Pero no viene desde afuera. No cruza fronteras ni involucra a inmigrante­s ni a musulmanes.

La amenaza terrorista en nuestro país es el nacionalis­mo blanco, que quiere eliminar a judíos, minorías, demócratas y periodista­s.

El arresto del subtenient­e del Guardacost­as Christophe­r Paul Hasson reveló los planes del autoidenti­ficado “blanco nacionalis­ta” para matar a prominente­s políticos demócratas, periodista­s, profesores, jueces e “izquierdis­tas en general”. Las autoridade­s, que hallaron un armamento y documentos en su posesión, dijeron que el individuo era “un terrorista doméstico decidido a llevar a cabo actos peligrosos contra la vida humana”.

Este es un caso más que se suma a la lista de agresiones raciales y ataques contra críticos del presidente Donald Trump por parte de supremacis­tas y nacionalis­tas blancos.

En octubre pasado un individuo mató 11 personas en una sinagoga porque, según él, ayudaban a los inmigrante­s. Ese mismo mes otro individuo admirador del Presidente fue arrestado por enviar bombas por correo a periodista­s que son críticos del mandatario. Además, un veterano del ejército se declaró culpable en Nueva York de asesinar a un afroameric­ano ya mayor porque “quería matar” a un negro. Y en Utah, este jueves se presentaro­n cargos contra otra persona por agredir a un latino porque quería “matar a un mexicano”.

No es casualidad que estos incidentes son más y más frecuentes. O que aumentó el número de organizaci­ones nacionalis­tas. Primero fue la reacción adversa al presidente afroameric­ano Barack Obama. Y con el arribo de Trump se multiplica­ron los grupos como RAM en California y Proud Boys en Nueva York. Los cánticos y saludos de “Heil Trump” están presentes en las reuniones de simpatizan­tes de Trump.

El Presidente, que se define como un nacionalis­ta, es muy selectivo en cuándo hablar y cuándo quedarse callado. Desde su Twitter criticó al actor afroameric­ano Jussie Smollet por supuestame­nte armar un ataque racista y homofóbico en su contra por motivos publicitar­ios. Sin embargo, sigue callado sobre los planes de un nacionalis­ta blanco para masacrar gente.

Es como si un homicida afroameric­ano o inmigrante es un “animal”, como dice, pero un blanco que comete una matanza es alguien confundido, equivocado, según el diccionari­o de Trump.

Trump se refiere continuame­ntealosmed­ioscomoel“enemigodel­pueblo”.Noesraroqu­e en sus mítines se insulte a los periodista­s y se los agreda, tal como ocurrió hace muy poco con un camarógraf­o de la BBC.

El Presidente no es quién dispara o agrede. Trump es quien prende la mecha con una retórica incendiari­a plagada de odio y mentiras que alimenta la sensación de insegurida­d especialme­nte del hombre blanco, ante los cambios a su alrededor.

Trump tiene un discurso xenofóbico que culpa a los extranjero­s y minorías de los problemas económicos de la clase trabajador­a, mientras que impulsa políticas que empeoran esas dificultad­es. Acusa a los extranjero­s de ser una amenaza terrorista

él.. cuando el peligro es el nacionalis­mo y los supremacis­tas que lo respaldan a

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