AMLO: PRESIDENCIA SUI GENERIS
Cualquier lectura de los primeros cien días de López Obrador como presidente de México tiene que empezar por reconocer su enorme popularidad. Estamos ante un mandatario cuyo índice de aprobación oscila entre el 65 y el 80%, cifras nunca antes vistas, lo que aunado al abrumador número de votos que recibieron él y su partido le dan un poder casi absoluto, lo que desde luego podría representar un riesgo para la democracia.
La sorprendente popularidad de AMLO es el resultado de varios factores, entre ellos el marcado contraste con su antecesor. Peña Nieto terminó sus días en Los Pinos repudiado por la mayoría de la población que no le perdonó las flagrantes muestras de corrupción e ineficiencia de su gobierno, ante lo que optó por convertirse en una figura ausente. El vacío lo llenó López Obrador desde que ganó la presidencia el 1 de julio. Hoy millones de mexicanos celebran que al frente del país esté un hombre que a diario da la cara, aunque algunos vean en él tintes autoritarios.
El otro gran factor que explica la popularidad de López Obrador es la falta de una oposición real. El triunfo abrumador del ahora presidente dejó empequeñecidos y sin credibilidad a los partidos tradicionales que nada han podido argumentar ante la promesa de AMLO de emprender una transformación en la que no tengan cabida ni la corrupción ni la impunidad.
Todavía es prematuro saber si López Obrador logrará o no su cometido. Pero lo que si está a la vista es la urgencia con la que el mandatario quiere transformar el país, a veces con aciertos, pero muchas otras con errores.
La lista de decisiones polémicas que acumula en estos primeros cien días es bastante larga e incluye la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la estrategia para combatir el huachicoleo, el recorte de fondos a las estancias infantiles y a los albergues para las mujeres víctimas de violencia en el hogar, la decisión de bajar los salarios a los jueces de la Suprema Corte, la creación de una Guardia Nacional con mando militar y la falta de una buena estrategia para rescatar a Pemex y a la CFE.
Pese a que se le acusa de no escuchar, AMLO ha dado marcha atrás en varias de estas decisiones. Aceptó, por ejemplo, que la Guardia Nacional tenga mando civil y ha prometido revisar el asunto de los fondos para las estancias infantiles y los albergues para mujeres. Preocupa, sin embargo, qué pasará con Pemex por el enorme peso que tiene para la buena marcha de la economía del país.
El otro gran asunto que inquieta es el de la violencia, que se ha disparado en los últimos meses. Por ahora, López Obrador culpa a las administraciones anteriores del fenómeno, pero una vez que empiece a operar la Guardia Nacional que tanto defiende tendrá que empezar a rendir cuentas y a mostrar resultados, tanto en materia de seguridad como de economía.•