URGE LA UNIDAD DEMÓCRATA ANTE TRUMP
En los pasados días varios hechos favorecieron a Donald Trump: la Corte Suprema le permitió emplear fondos militares del Pentágono para construir su muro fronterizo; un juez federal le dio luz verde a su endurecimiento de las leyes de asilo para evitar que centroamericanos puedan solicitar refugio en EEUU (luego de que otro juez federal frenara los cambios) ; y la audiencia del fiscal especial Robert Mueller en torno al llamado Rusiagate no proveyó los fuegos artificiales que los demócratas esperaban para generar un clamor a la destitución de Trump.
Y todo esto se produce mientras Trump sigue destilando racismo en Twitter con sus comentarios sobre legisladores de color o incluso ciudades representadas por legisladores de color. Primero instó a cuatro congresistas demócratas, todas ciudadanas estadounidenses y de color, que regresaran a los países “plagados” de crimen de donde vinieron; y luego le dijo al congresista demócrata Elijah Cummings, afroamericano que representa el distrito 7 de Maryland, que incluye a la ciudad de Baltimore, que se dedicara a trabajar por su ciudad “infestada” de ratas, un lugar “peligroso y asqueroso” donde “ningún ser humano quisiera vivir”. La población de Baltimore es mayoritariamente afroamericana.
El patrón de prejuicio y racismo de Trump es evidente como también lo es que cuenta con el apoyo incondicional de los republicanos.
Todavía faltan 16 meses para las elecciones presidenciales de 2020, y si Trump es reelecto, aún quedarían otros
cuatro años de este nocivo espectáculo.
Lo que me alarma es que en lugar de avanzar una estrategia unificadora que les permita combatir a Trump, los demócratas siguen enfrascados en lanzarse dardos entre sí por diferencias en torno a planes de política pública, por posturas asumidas en el pasado, o sobre si iniciar o no un proceso de destitución contra Trump por obstrucción de justicia en la trama rusa.
La posibilidad de tener otros cuatro años de división, prejuicio y políticas públicas dañinas a nivel doméstico e internacional, debería ser motivo suficiente para que los demócratas se concentraran en afinar y difundir un mensaje unificador.
Pero en su lugar, veo a unos demócratas comportándose como si pudieran darse el lujo de dividirse mientras Trump desfila como candidato único de su Partido Republicano y pese a sus bajos índices de apoyo a nivel nacional, preside sobre una economía envidiable para cualquier político que busque la reelección.
En la Cámara Baja los sectores progresistas se enfrentan al liderazgo tradicional porque creen que Trump debe ser destituido. Muchos quisiéramos que eso ocurriera.
Por otra parte, están los veinte y pico de precandidatos demócratas que aspiran a la nominación presidencial de su partido. Los ataques entre sí en nada contribuyen.•