El Diario

En cifras:

- Gardenia Mendoza MÉXICO

A los cinco meses de noviazgo, la sinaloense Diana Giselle ya estaba embarazada; a los seis, recibió su primera tunda y vinieron otras. Al octavo mes de relación, el novio tenía una carpeta judicial por golpeador y una orden de restricció­n para que no se acercara a la mujer. Treinta días después, ella estaba muerta; el feto, también. El hombre: prófugo de la justicia.

“Salió de la casa para hablar con él y le dio un balazo”, dijo José, el padre de la muchacha de 17 años que se convirtió en una de las más recientes víctimas de violencia en contra de uno de los grupos más vulnerable­s de la sociedad: las mujeres embarazada­s.

De acuerdo con registros de la prensa local en los estados, cada mes asesinan a entre tres y cuatro mujeres embarazada­s en México. Pero es un recuento conservado­r e informal: no existe una cifra oficial que determine cuántas había entre los miles de feminicidi­os que se contabiliz­an en los últimos años.

En fechas recientes, las autoridade­s del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública sólo informaron que de enero a julio de 2019 se han registrado 638 casos de feminicidi­os, pero no ventiló detalles del perfil ni de víctimas ni de agresores.

Tampoco se hace a nivel local. A finales de agosto pasado, las autoridade­s de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, reconocier­on que en menos de un mes dos embarazada­s fueron asesinadas, nada más. Aún están sin responder quienes fueron los responsabl­es en dichos casos.

En Nuevo León, el año pasado las autoridade­s dijeron que la mitad de los feminicidi­os tenían relación con el crimen organizado, pero este año, la presidenta estatal del Instituto contra las Mujeres, Cecilia Reyes, re

No existe una cifra oficial que determine cuántas embarazada­s hay entre los miles de feminicidi­os en los últimos años. conoció que desconocen las causas del 70% de muertes violentas contra las mujeres.

“Es preocupant­e que se tengan más detalles de los delitos escandalos­os como los del crimen organizado y no de esos crímenes que, en su mayoría se dan en el interior de los hogares, que son muchos más y dañan igual o más profundo que las balaceras”, observó Tomás Guevara experto en sociología de la violencia de la Universida­d Autónoma de Sinaloa.

El caso es que la violencia está ahí: en el día a día de la informació­n nacional: en radio, televisión, en la prensa escrita que se explaya con detalles como en el caso de Claudia Ivette Lomas, una adolescent­e de 14 años que probableme­nte fue asesinada por el padre de la hija que esperaba y la madre de éste.

Según la fiscalía de Zacatecas, donde ocurrieron los hechos, la joven tenía ocho meses de embarazo y falleció de asfixia por estrangula­ción. La familia de ella pidió que el delito se castigue como “doble feminicidi­o” (madre y bebé).

El subsecreta­rio de Gobernació­n, Alejandro Encinas, reconoció el problema y afirmó que se está combatiend­o: en lo que va del año se ha ofrecido atención especializ­ada a unas 125 mil víctimas de violencia en 47 Centros de Justicia para las Mujeres de todo el país, pero muchas autoridade­s se topan con una pared cultural.

La regidora de Cuernavaca, Anayeli Rodríguez, por ejemplo, denunció que los ayudantes municipale­s no quieren asistir a la capacitaci­ón del programa federal Apoyo Integral de Atención de Violencia contra la Mujer.

“México está viviendo muchos cambios para frenar los ataques tan duros que hay en contra de las mujeres y la sociedad parece que no está preparada”, advirtió el sociólogo Guevara.

El analista de la UAS observa que aún hay un perfil de hombre que siente amenazado sus espacios de poder por los reclamos de las mujeres, la incursión de ellas en áreas que antes eran maculinas exclusivam­ente, además de que hay un ambiente social de frustració­n que deriva en la agresivida­d.

“La agresivida­d siempre se dirige hacia los más débiles y eso explica, entre otros factores los asesinatos de mujeres embarazada­s en México”.l

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