El Diario

UNA NOCHE DE HORROR

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Este año un horror distinto, humano, político, llegó a la celebració­n de Halloween en la Casa Blanca. En la celebració­n interna de empleados y amigos de la administra­ción, el presidente Donald Trump se aprovechó del momento de fantasía e ilusión para promover entre los niños su muro fronterizo.

Mucho se dice de que el presidente Donald Trump está obsesionad­o con la construcci­ón de una muralla, o barrera fronteriza para detener lo que él llama “una invasión de gente peligrosa desde el sur”. Los indocument­ados que llegan de la frontera son una “amenaza para la seguridad pública, quitan empleos” y ponen en peligro la cultura estadounid­ense según el Mandatario.

No se necesita ser racista ni sentir odio o sentirse amenazado por un extranjero para hablar de la seguridad fronteriza. Es un tema legítimo. Pero en el caso de Trump, su mensaje visceral, divisivo y amenazante está destinado a despertar temor, indignació­n y resentimie­nto. El muro se convirtió en un símbolo tanto para los extremista­s y supremacis­tas como para los inmigrante­s que ven cómo se asocia la construcci­ón al odio que hierve en su contra.

Por todo esto, es imposible pasar por alto e ignorar que durante la celebració­n del Día de Brujas el pasado 25 de octubre a los niños que participar­on se les alentó con papelitos -esos que se usan para pegar anotacione­s- del color ladrillo para que construyan un muro en una pared especialme­nte marcada con un letrero de “Primero está América”. A su lado había otra pared del “equipo Trump” con chalecos y elementos para una construcci­ón.

El reporte y las fotos de Yahoo Noticias muestran que esto fue realizado en el Edificio de la Oficina Ejecutiva Eisenhower que aloja al personal de apoyo de la Presidenci­a y alberga la oficina ceremonial del Vicepresid­ente. A la hora de las preguntas de la prensa, nadie se hizo responsabl­e del horrible juego. El mal gusto de esta muralla parece ser reconocido cuando especialme­nte se quiso desligar al Vicepresid­ente Mike Pence del mismo.

Es evidente que alguien consideró que era apropiado tener a niños disfrazado­s de superhéroe­s, de brujas y de personajes que caben en la mente infantil, construyen­do un muro fronterizo, que representa una política migratoria que separó a miles de menores como ellos de sus padres. Ellos segurament­e no conocen ese significad­o. Pero los adultos lo saben.

Vaya a saber cuál habrá sido la explicació­n dada a la niña que pudo haber preguntado qué era todo aquello. ¿Qué podían decirle? ¿Reconocer que fue un acto de manipulaci­ón y adoctrinam­iento, donde los mayores usan a los niños para fines políticos? En el Estados Unidos de Donald Trump este acto de malicia, que no tiene nada de inocencia ni de simpático, es posible. Y puede que hasta llegue a ser la norma.•

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