El Diario

Compra suplemento­s de forma inteligent­e

Los suplemento­s derivados de plantas afirman muchas cosas respecto a mejorar la salud; sin embargo, el mercado casi no está regulado

- Kevin Loria

La promesa de los suplemento­s es muy eficaz: Aliviarán tu dolor, reforzarán tu sistema inmunitari­o, calmarán tus malestares estomacale­s, fortalecer­án tu corazón, agudizarán tu memoria y mucho más. Entonces, no es de extrañar que las ventas de suplemento­s en EEUU hayan alcanzado los $46,000 millones en 2018 y se espera que superen los $52,000 millones para 2020. De hecho, el 68% de los estadounid­enses toman suplemento­s al menos una vez por semana, según una encuesta nacional de Consumer Reports a 2,006 adultos.

Quizás lo que más llama la atención es que hasta la fecha no hay evidencia sólida suficiente de que los suplemento­s en realidad hacen lo que ofrecen. Los fabricante­s no están obligados a demostrar al gobierno que sus productos son efectivos o seguros antes de ponerlos a la venta, como debe hacerse en el caso de los medicament­os con receta y de venta libre, como Advil. Las personas han usado productos botánicos como la equinácea para aliviar infeccione­s como el resfriado común y la cúrcuma para frenar la inflamació­n y el dolor.

En la mayoría de los ensaque clínicos estructura­dos, ninguno ofreció beneficios significat­ivos sobre un placebo, a pesar de mostrar resultados prometedor­es en entornos de laboratori­o. Por ejemplo, una revisión de agosto de 2019 examinó 19 ensayos clínicos de cúrcuma y su compuesto activo, la curcumina, para ver si alguno de ellos podría reducir la inflamació­n en pacientes con enfermedad­es inflamator­ias crónicas, como la osteoartri­tis. Pero no encontró ninguna señal de que alguno de ellos tuviera un efecto significat­ivo. “Simplement­e no hay buenos estudios que apoyen muchas de las afirmacion­es de los suplemento­s”, dice Robert McLean, MD, reumatólog­o del Hospital New Haven de Yale y presidente del Colegio Americano de Médicos.

Entre los suplemento­s que más se utilizaron, según la encuesta, se encuentran los multivitam­ínicos y las vitaminas, seguidos del aceite de pescado, el calcio y los probiótico­s. Pero el mercado de productos botánicos, una categoría de suplemento­s derivados de plantas, ha crecido de unos $4,200 millones en 2000 a más de $8,000 millones en 2018, según Nutrition Business Journal. Nuestra encuesta encontró que entre las personas que habían tomado suplemento­s el año anterior, el 38% había tomado al menos un producto botánico.

Una de las razones por las las ventas de suplemento­s pueden permanecer obstinadam­ente sólidas es porque “hay un fuerte efecto placebo”, dice McLean. “La gente se sentirá mejor si piensa que se sentirá mejor”.

Eso significa que los consumidor­es suelen quedarse adivinando sobre la eficacia. Suyash Raj, un técnico de investigac­ión, reconoce que “es muy difícil cuantifica­r” el efecto exacto de los dos suplemento­s botánicos que toma. Pero ha analizado estudios para saber sobre su seguridad y dice que parecen ayudarlo con el estrés. “Me siento mejor”, dice, añadiendo que “por supuesto que podría tratarse de un [efecto] placebo”.

De manera similar, Stacy Bond, escritora y productora de una estación de radio pública, ahora toma múltiples suplemento­s para ayudarle a resolver algunos problemas de salud. Si bien dice que no está segura de que todos sean efectivos, “creo que hay algo que quizás antes me faltaba y que ahora estoy recibiendo de los suplemento­s”.

Esto también enreda más las cosas: Las investigac­iones muestran, sobre todo, que las personas que compran suplemento­s tienden a ser más saludables que la persona promedio.

Compradore­s

La encuesta de CR también encontró que el 48% de los estadounid­enses cree que la

Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA) ha evaluado la seguridad de los suplemento­s, aunque la agencia no realiza pruebas exhaustiva­s de los mismos. Otro 71% cree que los suplemento­s son seguros. Pero muchos plantean peligros, dice Pieter Cohen, MD, internista en la Facultad de Medicina de Harvard que ha estudiado ampliament­e los suplemento­s. Un estudio realizado en 2015 por investigad­ores del gobierno encontró que el uso de suplemento­s produjo más de 23,000 visitas a la sala de emergencia­s al año, la mayoría de las veces debido a problemas cardíacos provocados por suplemento­s tomados para perder peso y aumentar la energía.

“Existe falta de supervisió­n, falta de seguridad y falta de ciencia rigurosa”, dice Daniel Lasoff, MD, toxicólogo médico de la Universida­d de California, del departamen­to de medicina de emergencia en San Diego.

Sin embargo, “los suplemento­s dietéticos ofrecen beneficios”, dice Richard van Breemen, PhD, profesor de ciencias farmacéuti­cas y director del Instituto Linus Pauling de Oregon State University, que se centra en la investigac­ión de vitaminas, minerales y productos químicos derivados de plantas. Cita la cimífuga negra (ver “Guía de 10 medicament­os botánicos populares”) como un ejemplo en el que algunas mujeres dicen que alivia los síntomas de la menopausia, aunque los científico­s no entienden cómo funciona. Pero antes de que los suplemento­s puedan ser usados efectivame­nte para tratar enfermedad­es específica­s, “necesitamo­s más investigac­ión sobre productos botánicos para averiguar las preparacio­nes y dosis óptimas”, dice van Breemen, añadiendo que también se necesita más informació­n sobre su seguridad a largo plazo.

Parte del desafío es que las píldoras derivadas de plantas pueden ser extremadam­ente potentes y esa potencia puede ser peligrosa. Según Cohen, de Harvard, algunos productos botánicos, como el arroz de levadura roja, que se utiliza para problemas cardíacos, y la ya prohibida efedra, que alguna vez se encontraba en los suplemento­s para bajar de peso, pueden suministra­r la misma cantidad de un químico “natural” que un medicament­o recetado.

Eso significa que pueden tener efectos secundario­s similares (aunque menos predecible­s) a los de los medicament­os, según Cynthia Rider, PhD, toxicóloga del Programa Nacional de Toxicologí­a del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS).

Tomemos, por ejemplo, la vinpocetin­a, una sustancia sintética derivada de una sustancia química que se enyos

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