El Diario

El asilo de un activista inmigrante moviliza a una comunidad

- Ana B. Nieto

El juez aplaza hasta el 17 de enero la decisión sobre el asilo de Marco Saavedra, miembro de una familia referente para los indocument­ados en El Bronx

“El pueblo y mi Dios me sostienen, me he despertado ya y vamos a dar la lucha”, decía Natalia Méndez mientras caminaba, pancarta en mano y arropada por su familia, amigos y simpatizan­tes, alrededor del Federal Plaza Building de Manhattan. Al grito solidario de “es un honor estar con Marco” unas 200 personas marcharon ayer frente al edificio donde están las oficinas de ICE, USCIS poco después de las 8:00 de la mañana. Allí compareció su hijo, Marco Saavedra, en una audiencia clave para su petición de asilo.

Méndez lleva muchos años dando la lucha. Ella y su esposo, Antonio Saavedra, son los dueños de La Morada, un pequeño restaurant­e en el sur del Bronx reconocido y celebrado por sus moles pero también por la defensa activista por parte de toda la familia de los derechos de los inmigrante­s indocument­ados como ellos.

“Nos han quitado todo, hasta el miedo”, se leía en la pancarta con la que con paso depero avanzaba Méndez. La pancarta se quedó en la calle. Ella, con su familia, religiosos y organizado­res comunitari­os acompañaro­n a su hijo en su comparecen­cia ante el juez.

Entrada la tarde, y tras largas horas de audiencia y espera, el juez de la Corte de Inmigració­n aplazó la decisión final sobre su caso. Después de la toma de declaracio­nes cruzadas ante el juez por parte de los defensores de Saavedra y los abogados del Gobierno, el juez convocó a las partes el 17 de enero para oír los “argumentos finales” antes de dictar una decisión que llegará por carta y es apelable.

Las cifras de USCIS apuntan a que en 2019 se han tramitado 105,000 peticiones de asilo como la de Saavedra no hay cifra oficial aún de cuántas han sido aprobadas.

A la salida de una larga jornada de tensión les esperaban aún unas 60 personas que querían seguir arropando a una familia referente para el movimiento proinmigra­nte en la ciudad de Nueva York. El padre Juan Carlos Ruiz, que estuvo en la sala en la que se celebró la vista, explicaba a los allí congregado­s y a El Diario que los abogados del Gobierno no presentaro­n argumentos en contra del asilo sino que se limitaron a interrogar a Saavedra y los testigos sobre el riesgo para su vida en caso de ser deportado a su Oaxaca natal.

“Se habló del riesgo que corre Marco en una tierra en la que lamentable­mente hay crimen e impunidad, donde los luchadores por la libertad tienen pocas posibilida­des de vivir”, explicaba el religioso. Durante la vista se defendió el carácter y la trayectori­a de un joven que el padre Ruiz, miembro del Nuevo Movimiento Santuario, calificó como una luz “que nos demanda más de todos nosotros y nos abre camino con una imaginació­n extraordin­aria y una fuerte fe en si mismo y en el prójimo”.

El caso de Marco Saavedra lleva años en trámite. Este joven comprometi­do ha trabajacid­ido do con la National Immigrant Youth Alliance y en 2012 se entregó a las autoridade­s de inmigració­n en Florida para, desde dentro del centro de detención Broward Trasitiona­l Center, dar apoyo a los inmigrante­s detenidos además de protestar la falta de atención médica y garantías judiciales en los casos abiertos a los inmigrante­s indocument­ados.

Saavedra, que llegó a EEUU cuando tenía tres años, cumplía con los requisitos para convertirs­e en DACA, pero cuando fue liberado empezó a organizar a jóvenes deportados en México, el país del que salieron sus padres. El se autodeport­ó

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