El Diario

Incendios en Chile

- Ron González/EFE CARACAS

16,100 hectáreas han sido quemadas en lo que va de verano austral, lo que supone un incremento del 245% con respecto al año pasado, una situación que el Gobierno achacó a un aumento “importante” de los incendios intenciona­dos.

La pensionada Antonieta Adames aguarda en una larga fila a las puertas de un supermerca­do del acomodado barrio caraqueño de Chacao, donde espera usar el “medio petro” que el gobernante venezolano, Nicolás Maduro, otorgó a millones de jubilados y trabajador­es públicos como aguinaldo.

“Voy a comprar lo que pueda”, dijo la mujer. “Pollo, alimentos. Si estuviera en otro sitio compraría otras cosas”, añadió la exdocente y seguidora de Maduro.

Cerca de ella Carolina Pacheco se quejaba de la larga fila y su mala organizaci­ón, del inusual calor que sufre Caracas este fin de año, de los altos precios de los alimentos, de dolores en el cuerpo.

“No es justo que tengamos este desgaste físico”, dijo esta trabajador­a de 50 años, que recorrió más de 30 kilómetros desde la ciudad satélite de Guarenas, donde menos de una docena de comercios aceptan el petro, para llegar a Chacao.

“El presidente lo hizo bien por un lado, pero mal por el otro”, agregó al señalar que el petro no puede canjearse por otras monedas, aunque sí ahorrarse y esperar a que su valor aumente en los locales bolívares pero se mantenga en torno a los 60 dólares, como ha venido ocurriendo desde que fue lanzado.

Miles usando el petro

Ellas son dos de las miles de personas que forman largas filas desde hace días para usar el petro en algunos comercios del país, que atraviesa la mayor crisis de su historia moderna.

El sábado, Adames tenía más de cinco horas en fila sin poder comprar. El viernes también hizo fila por horas en el centro de Caracas sin poder usar el petro.

“No pude porque no había el captahuell­as”, dijo decepciona­da.

El petro fue lanzado hace casi 3 años por Maduro en medio de su tentativa por escapar a las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra algunos funcionari­os y empresas estatales.

Pero a solo días de haberse lanzado, Estados Unidos prohibió su uso.

Se ideó como un criptoacti­vo y más tarde pasó a definirse como un certificad­o de ahorros. Ahora los economista­s de Venezuela se refieren a él como una “unidad de cuenta”.

Su uso está ligado al llamado carné de la patria, un censo paralelo que el Gobierno de Maduro asegura le permilas te monitorear la entrega de ayudas, y que la oposición rechaza por considerar que sirve para chantajear a los votantes.

Así, quienes se beneficien del petro usan su huella dactilar para hacer compras a través de métodos de biopago, pero también con billeteras electrónic­as y aplicacion­es de teléfonos inteligent­es, considerad­os un lujo en Venezuela donde el salario mínimo y pensiones no superan los 4 dólares por mes.

Con este panorama, los cerca de 30 dólares que suponen el medio petro son apetecible­s para los venezolano­s, especialme­nte si pueden transforma­rlos en alimentos o medicinas.

“Engañados”

“Estoy preocupado por la situación de nuestros pensionado­s y jubilados, fueron endesde gañados nuevamente”, dijo Andrés Rivero, un empleado público.

Rivero y una docena de personas protestaro­n hace poco a las puertas de la tienda por departamen­tos más grande de Venezuela, donde el petro solo puede usarse con billeteras electrónic­as o engorrosos canales digitales.

Pero dentro de la tienda cientos de pensionist­as compraban alimentos importados

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