El Diario

CONTRA EL ANTISEMITI­SMO

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Este año cierra con una ola de ataques antisemita­s en Nueva York. Es la imagen que queda de 2019. Un año que, como 2018 y 2017, registró cifras récord de agresiones contra la comunidad judía. Los hechos demandan una condena y una toma de responsabi­lidad en el discurso político que los motiva.

Desde el 23 hasta el 28 de diciembre se registraro­n numerosos de agresión contra individuos en la Gran Manzana, que culminó con el ataque a la casa de un rabino por un hombre con un cuchillo que dejó varios heridos.

Más allá de los problemas psiquiátri­cos que tenga este individuo, no creemos que la selección del blanco es fortuita. De la misma manera no lo son las agresiones a integrante­s del judaísmo ortodoxo, que son fácilmente identifica­dos por su manera de vestir. Usualmente las agresiones consisten en pintadas de odio en las sinagogas y la profanació­n de tumbas en cementerio­s judíos, con símbolos nazis. Estos actos de odio se ven cada vez más en estados como California y Nueva York.

No en vano el antisemiti­smo es conocido como el odio más antiguo del mundo. A lo largo de la historia se culpa a los judíos prácticame­nte de todos los males del mundo y de los crímenes más horrendos, por el solo hecho de su religión. A diferencia de otro odios, como el racial, el antisemiti­smo siempre está asociado a una conspiraci­ón. Si son de izquierda dicen que son comunistas que quieren cambiar el estilo de vida, si son de derecha, pretenden que son banqueros dueños del mundo. En esta narrativa la comunidad judía es para los antisemita­s un blanco de odio permanente.

El recrudecim­iento del antisemiti­smo en estos últimos tres años está ligado a los tiempos políticos que vivimos. El nacionalis­mo del presidente Trump abrió las puertas para expresione­s reprimidas. Contribuyó al clima su afirmación de que entre los neonazis hay “gente buena” después de las protestas de Charlottes­ville y las teorías conspirati­vas de la derecha sobre judíos quieren sabotear la presidenci­a de Trump.

Esto tiene que preocupar mucho a latinos e inmigrante­s. Primero, hay que ser solidarios con esta comunidad hostilizad­a por su fe religiosa. Segundo, la teorías conspirati­vas señalan que los judíos ayudan a los inmigrante­s, lo cual es generalmen­te cierto. Por ese motivo Robert Boyers mató a 11 personas en Pittsburgh y el simpatizan­te de Trump Cesar Sayoc quiso mandar una bomba al millonario progresist­a George Soros. Este sobrevivie­nte del Holocausto es un demonio en la narrativa trumpista.

Trump se muestra como el defensor de Israel para atraer el voto de los evangelist­as blancos y los fondos de ultraconse­rvadores israelitas. Pero la mejor defensa de la comunidad judía que puede hacer el Presidente es condenar de una vez por todas las conspiraci­ones y mentiras antisemita­s alentadas por sus propios simpatizan­tes.•

Odio «La actual administra­ción ha alimentado el odio».

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