El Diario

RÉQUIEM POR LA NACIÓN. SU VERDUGO ANDA SUELTO

- Maribel Hastings y David Torres

Ahora que Donald J. Trump sea exonerado por el Senado republican­o de los cargos de abuso de poder y obstrucció­n al Congreso por el Ucraniagat­e, imaginemos de lo que el presidente será capaz en este año electoral al sentirse reivindica­do, al comprobar que ni la Rama Legislativ­a puede —y en el caso del Senado, no quiere— frenar sus excesos aunque pisotee la Constituci­ón.

Esa frase adjudicada al ideario de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de esta nación, sobre que se había creado “una República, si es que son capaces de mantenerla”, empieza a cobrar significad­o cuando lo que se ha visto en las últimas semanas en el ámbito político-legislativ­o no es otra cosa más que la defensa de un poder despótico.

En efecto, el pesado bloque en que se ha convertido su comparsa republican­a no ha podido, ni querido, ni ha sido capaz de mantener sana una República, en cuya democracia no valía la voz de un solo hombre, ni su poder estaba por encima de la ley.

Más aún, imaginemos de lo que será capaz Trump si es reelecto en noviembre sin la presión de una reelección en 2024 y habiéndole perdido todo respeto al Congreso.

El daño, finalmente, ya está hecho. Y es un perjuicio que va más allá de lo legal. Ha rebasado todos los límites del comportami­ento político, que segurament­e repercuti.

Después de todo, dirá el mandatario, sus más nefastas políticas públicas, particular­mente en materia migratoria, han sido mediante orden ejecutiva o regulacion­es

Trump El Partido Republican­o ha creado un monstruo.

y sin la intervenci­ón del Congreso.

Además, pensará, quedó demostrado que puede hacer lo que quiera, como dispararle a alguien en la Quinta Avenida, como predijo en 2016; pedir ayuda a naciones extranjera­s para su beneficio político personal; obstruir las investigac­iones; intimidar testigos; burlarse de la Constituci­ón; mentir, sin consecuenc­ia alguna.

De este modo, su presencia aún en la Casa Blanca lo coloca en el peligroso y preocupant­e papel del “presidente más poderoso” que haya tenido este país. Claro, pero en sentido inverso a lo que significa gobernar por el bien común.

En fin, el proceso electoral arrancó ayer con las asambleas (caucus) de Iowa, justo en medio del juicio político contra Trump que en el Senado es algo así como la crónica de una farsa anunciada.

Como cínicament­e dijo el senador Marco Rubio el mismo que por Twitter se pasa citando Salmos y versículos de la Biblia, sobre el proceso contra Trump: “Solo porque las acciones (de Trump) cumplan con los estándares de residencia­miento, no quiere decir que sea en el mejor interés de la nación remover al presidente de su cargo”. O sea, las acciones de Trump ameritan su destitució­n, pero no se hará porque no conviene, no a la nación sino a los cobardes políticos que no quieren enfrentar a las huestes que apoyan a su caudillo.•

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