El Hotel del Migrante: 10 años de ayuda en la frontera
El salvadoreño Johnson Medina, su esposa y el hijo de ambos, de 9 años, tardaron medio año en llegar a la frontera con Estados Unidos.
“No lo podíamos creer porque salimos de Honduras sin un centavo en la bolsa, atravesamos México en tren, siempre cuidando que no nos descubrieran. Por fortuna hay gente buena que le ayuda a uno”, dijo Johnson.
Platicó que además del entusiasmo de estar cerca a EEUU, lo que sentían era agotamiento. Durante el camino hubo quien les dio comida, a veces albergue —recordó Johnson— pero buscar continuamente la manera de seguir sin recursos fue extenuante.
Llegaron a Mexicali alrededor del 10 de abril. Supieron que las citas para pedir asilo estarían suspendidas varias semanas y, sin conocer a nadie ni saber a dónde ir, durmieron cerca de la terminal del tren. Al paso de los días, construyeron ahí una casita de cartón, con cajas que encontraron.
Johnson dice que ya tenían como 20 días en la casita de cartón cuando les platicaron sobre el Hotel Migrante y se dirigieron a ella caminando.
En el hotel los alojaron. Su cuarto, como todos los demás en el lugar, carecía de puerta pero colgaron una cobija y con eso encontraron privacidad.
Fue la primera vez en mucho tiempo que pudieron descansar y dormir en un lugar sin riesgos y a solas como familia, a esperar quizás a que en junio renueven las solicitudes de asilo en California.
De hotel a albergue
“Esa es la función que tiene este lugar”, dijo Sergio Tamai, el fundador del Hotel Migrante de Mexicali, “que las familias migrantes y los deportados tengan un lugar dónde quedarse’.
Durante la crisis hipotecaria, cuando el turismo se desplomó en 2007 y 2008, el hotel fue abandonado. Sin vigilancia, le robaron las puertas, tuberías y sistemas eléctricos.
En 2010 el gobierno de EEUU comenzó a deportar por Calexico (California) a Mexicali (México) a cientos de migrantes detenidos de regiones tan lejanas como Texas, de acuerdo con Tamai.
“Tal vez las autoridades durante la presidencia de Barack Obama pensaban que el clima, que puede llegar a ser inhóspito en Mexicali, podría servir como elemento de persuasión para que los migrantes dejaran de querer cruzar”, dijo.
Tamai era entonces un dirigente social contra las altas tarifas de consumo eléctrico en Mexicali, donde en verano es imprescindible tener aire acondicionado y ventilación, pero el costo de energía es más elevado que en el resto del país.
Un día de 2010 reunió a numerosos deportados y los guió a ocupar el Hotel abandonado, que desde entonces se conoce como ‘El Hotel Mi