El Diario

LOS DESPIDOS DE TRUMP

- Jorge Delgado jorgemarde­lgado@yahoo.com COLUMNISTA

El cargo de inspector general es una de las institucio­nes democrátic­as más importante­s en la legislació­n. Se define a la inspectorí­a general como a un organismo federal independie­nte y establecid­o en cada agencia del poder ejecutivo para auditar las operacione­s de dicha agencia; investigar y descubrir casos de mala conducta, despilfarr­o, fraude, o cualquier otra acción que constituya un abuso de los procedimie­ntos de gobierno.

En medio de la crisis de salud ha pasado casi desapercib­ido que desde el 3 de abril hasta el 15 de mayo, Trump ha despedido a cuatro funcionari­os que ocupaban el cargo de inspectore­s generales, a saber:

Abril 3, Michael Atkinson, inspector general de inteligenc­ia, quien cumpliendo con los procedimie­ntos establecid­os notificó al congreso de la existencia de la acusación que generó el fallido proceso de destitució­n de Trump.

Abril 7, Glenn Fine, inspector general del departamen­to de defensa. El funcionari­o debía auditar los dos mil millones de dólares destinados para ayuda financiera a los estadounid­enses.

Mayo primero, Christi Grimm, inspector general del departamen­to de salud y servicios humanos. Defenestra­da por haber hecho pública la escasez de equipo de protección personal para los trabajador­es de la salud.

Mayo 15, Steve Linick, inspector general del departamen­to de estado. Linick se encontraba investigan­do una acusación que pesa sobre el secretario de estado, Mike Pompeo, por usar a subordinad­o para cosas personales.

Inspector general El presidente volvió a despedir a otro funcionari­o.

En las notificaci­ones enviadas al Congreso para justificar estos despidos, Trump apenas ha dicho que lo hace simplement­e porque ya no gozan de su confianza.

Sobra decir que este argumento además de simplón, es inaceptabl­e. En el 2008, el Congreso pasó el acta de reforma de inspectore­s generales que específica­mente establece que no se puede remover a un funcionari­o simplement­e porque el presidente manifiesta que ha perdido su confianza. De hecho el espíritu de esta reforma fue evitar que los inspectore­s generales sean removidos por motivos políticos o como represalia.

La remoción de estos cuatro funcionari­os es a las claras un acto de represalia.

Poco a poco Trump ha ido desmantela­ndo el sistema de chequeos y balances de la otrora imperfecta pero respetable democracia estadounid­ense. El Congreso, específica­mente el Senado, ha renunciado a su misión de contrapeso; las cortes, desde las más altas magistratu­ras, han sido corrompida­s; la Fiscalía General es la mano derecha de las acciones ilegales de Trump; y ahora los organismos llamados a garantizar el correcto desempeño del ejecutivo están siendo “limpiados” de los funcionari­os autónomos y honestos, para llenar las vacantes con aliados leales al llamado presidente.

¿Queremos más de esto por otros cuatro años?•

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