El Diario

ASCENDER DE PUESTO SIN DESPERTAR RESQUEMORE­S

- Estrella Flores-Carretero opinion@eldiariony.com Columnista

Las empresas deben tener flexibilid­ad en sus puestos de trabajo, formar a sus empleados constantem­ente y facilitar su promoción a cargos superiores. Nombrar jefes entre su personal interno, sin recurrir necesariam­ente a contrataci­ones exteriores, evita el temido ‘boreout’, ese aburrimien­to causado por hacer siempre lo mismo sin albergar la esperanza de que algo cambie en el futuro.

Cuando cualquier trabajador puede aspirar a un ascenso, se incrementa su creativida­d, el afán de superación y la sana competitiv­idad entre los miembros del equipo.

Sin embargo, convertirs­e en jefe de los que hasta ayer eran compañeros, no suele resultar sencillo. Por un lado, la persona que asciende se sentirá feliz por el reconocimi­ento y las nuevas perspectiv­as profesiona­les, pero, tras esa satisfacci­ón, puede experiment­ar emociones complicada­s. Hay quien tiene miedo y quien, de repente, no se ve a la altura o cree que no lo merece, por más que haya deseado el puesto. También puede que más de uno desee el imposible de que todos corran su misma suerte o que no se vea capaz de liderar a sus colegas. Para afrontar con éxito un ascenso es necesario…

Ser humildes. Tanto si el nombramien­to se debe a que uno es la persona mejor preparada de la empresa como si no, hay que asumir que nadie lo sabe todo, que conviene permanecer en constante formación para desempeñar el cargo que se ocupa, trabajar más que nadie, estar abiertos a escuchar las opiniones críticas y tener siempre presente

Humildad

Hay que asumir que nadie lo sabe todo.

que un líder solo lo es si tiene un equipo al que sabe liderar.

Garantizar la igualdad. Puede que tuviéramos amigos inseparabl­es con los que tomábamos café cada día o incluso compartíam­os almuerzos los fines de semana, pero eso no tiene que suponer prerrogati­vas laborales ni agravios comparativ­os. Es importantí­simo ser imparciale­s, tanto con los que se alegran sinceramen­te del ascenso como con quienes están en desacuerdo e incluso con los que hayan intentado boicotearl­o.

Ejercer la autoridad sin autoritari­smo. Un líder no es un jefe, es alguien que se pone a la cabeza de un equipo para conseguir un fin. Hasta ayer caminaba al lado de sus compañeros y hoy los guía. La misión y los valores son los mismos; tan solo la visión ha pasado a ser diferente. La unidad solo se consigue con confianza, buena comunicaci­ón, sentido de la equidad…, jamás con imposicion­es.

Sin prisa, pero sin pausa. No es necesario hacer cambios brucos el primer día, porque pueden provocar oposición, miedo y rechazo. En palabras de Confucio, «los cambios pueden tener lugar despacio. Lo importante es que tengan lugar».

Manejar las emociones. Un líder tiene momentos de difícil soledad, debe tomar decisiones impopulare­s, superar el miedo a equivocars­e, asumir responsabi­lidades, escuchar tanto a los que le halaguen como a quienes le critiquen.•

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