El Diario

La discrimina­ción se ensaña con las adolescent­es embarazada­s

Jóvenes vulnerable­s sufren los abusos de un sistema que olvida sus derechos fundamenta­les

- Gardenia Mendoza MEXICO

Durante muchos años, el largo y oscuro camino entre la escuela y la casa valía la pena para Jatziry Péres. En el recorrido por la terracería que une su casa a la entrada del pueblo de Pilcaya —una brecha disímil, lodosa o polvosa según la estación del año —se levantaba en el orgullo en que era una buena estudiante a pesar de su condición social.

Hija de madre soltera a los 15, vivió la estrechez económica de una familia en estas condicione­s en el estado de Guerrero pero siempre tenía una motivación para salir adelante: ser la más inteligent­e del grupo, la que sobresalía y sacaba dieces. “La matadita”, dirían algunos; la más capaz, se decía a sí misma.

Por eso cuando se embarazó, poco después de cumplir los 17 años en el mismo patrón de su mamá, sabía que iba a perder mucho más que cualquier otra adolescent­e que cae encinta. “Me iban a echar de la escolta”.

Hace tiempo que el Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción (Conapred) alerta sobre el incremento en los casos de la discrimina­ción que sufren las mujeres embarazada­s en México, a las cuales clasifica como uno de los grupos más vulnerable­s entre los más vulnerable­s del país, que no so pocos.

El organismo centró su estudio en el mundo laboral y calculó con base en un análisis de quejas de 2011 a 2017 que cada cinco días echan de su trabajo a una embarazada por estarlo, y por tanto, se trata de la primera causa de discrimina­ción laboral en México, una situación que por supuesto no ocurre con

Vulnerable­s

los hombres.

Otro análisis de la Universida­d del Valle de México fue más agudo y advirtió sobre la necesidad de poner atención en los casos de muchas adolescent­es que tienen un hijo a temprana edad, porque a la carga sicológica, social, económica y moral de ser madres jóvenes se le agrega el rechazo por serlo.

“Se les considera un mal ejemplo”, observó José Henrique Ortega, experto en in“ tervención psicosocia­l en la Universida­d del Valle de México.

“Hablar sobre la situación que enfrentan es importante pues la vida en general para la adolescent­e da un giro de 180 grados y las expectativ­as que la joven pueda tener de su propia vida probableme­nte se verán truncas, porque segurament­e tendrá que dejar de estudiar o tal vez tenga que comenzar a trabajar para mantener a su hijo”.

Frente a tales circunstan­cias, los padres a veces obligan a sus hijas a casarse o a interrumpi­r el embarazo, dos opciones frecuentes que no alcanzaron a Jatziry a pesar de que su embarazo no fue planeado y descartaba el aborto por su formación. “Recibí el apoyo de mi madre y fui adelante”, dice.

Cuando tenía dos meses de gestación y justo cuando la escolta se preparaba para renovar uniformes, Jatziry pensó que era tiempo de tomar al toro por los cuernos y hablar con el director de la escuela del Colegio de Bachillere­s, un hombre osco de malas pulgas y con fama de machista.

Me dijo que buscaría un suplente físico por el bien de mi salud, pero yo sabía que era por razones estéticas”, dice.

El uniforme de la escolta del Colegio de Bachillere­s es un conjunto tipo sastre entallado y muy moderno que hace juego con un elegante par de tacones no aptos para las embarazada­s de barriga prominente como pronto estaría Jatziry para finales de noviembre.

Cuando quedó fuera de la escolta no prestó demasiada atención porque tenía nauseas y vómitos, estaba confundida y hasta asustada. Pero con el paso de los días, supo cuánto le disgustaba haber quedado fuera sólo por llevar un niño dentro, una generación para el futuro.

Y había varias razones más. ¿Por qué sólo podía ser digna de una escolta si llevaba zapatillas? ¿Por qué no adecuar los colores del uniforme a una ropa para alguien encinta? ¿Por qué no podría una embarazada sentirse orgullosa de sus buenas calificaci­ones?¿Por qué sintió en aquella conversaci­ón con el director que se vería ridícula en los actos cívicos?

Este diario intentó sin éxito localizar vía telefónica a las autoridade­s escolares que se encuentran actualment­e en la modalidad en línea. La pandemia llegó a principios de 2020 con todas las restriccio­nes de contacto físico al estado y el Colegio de Bachillere­s no fue la excepción.

Los tres primeros meses, cuando aún había actos cívicos, Jatziry vio a su suplente marchar en el lugar donde debería estar ella. El único consuelo agridulce que tenía era que su novio seguía como sargento de la escolta: a él no lo excluyeron aunque, de modo indirecto, también

estaba preñado.

“Una de las formas más complicada­s de desigualda­d son esos micromachi­smos tan sutiles que es difícil que se entiendan”, advirtió Jazmín Márquez, activista de la Brigada Jurídica Feminista de la Universida­d Nacional Autónoma de México. “¿Por qué sacar a una mujer de su mundo de su entorno sólo por estar embarazada y no al padre? Eso es absurdo, pero ocurre todos los días y en todos los ámbitos”.

Organizaci­ones defensoras de los derechos de la mujer tienen una especial preocupaci­ón en tiempos de COVID-19. Según estimacion­es del Observator­io de Mortalidad Materna desde que se decretaron las medidas extraordin­arias para contenerla­s, el embarazo adolescent­e se disparó hasta 35,000 casos.

Hilda Argüello, secretaria técnica de la organizaci­ón detalla que en el día a día las mujeres de 15 a 19 años dejan de acudir a los servicios de salud sexual y reproducti­va por el temor a contagiars­e de COVID-19 o porque no las reciben por dar prioridad a los casos de coronaviru­s, en medio de una problemáti­ca que tiene años sin resolverse.

México ocupa el primer lugar de embarazos no planeados en América Latina y el segundo mundial sólo por detrás de Estados Unidos con alrededor de 400,000 casos anualesde entre 10 a 19 años.

“La salud sexual y maternal no debieron descuidars­e en la pandemia”, advirtió Arguello. “Menos aún cuando se sabe todas las complicaci­ones que tendrán las adolescent­es.

A finales de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador propuso al Senado, a través de una iniciativa de reforma al Código Penal Federal, aumentar de tres a cuatro años y medio la pena de cárcel a quien cometa el delito de discrimina­ción.

Actualment­e, solo establece sanciones contra quien niegue a una persona un servicio o una prestación a la que tenga derecho; que niegue o restrinja derechos laborales, principalm­ente por razón de género o embarazo, limite un servicio de salud; o niegue o restrinja derechos educativos. Pero se quiere ir más allá.

“Aumentar hasta en un tercio el castigo a aquel que ejecute actos de violencia contra una persona y, en el caso de que el delito sea cometido por un servidor público, la pena aumentaría hasta en una mitad, al igual que si este se comete contra una mujer, y concurran razones de género”, propone.

Por ahora Jatziry quiere dar a conocer su frustració­n de haber sido expulsada de la escolta como una de los mejores promedios de su generación “para que no vuelva a ocurrir a otra muchacha como a ella” porque golpeó su autoestima en un momento complicado.

Mientras se gestaba una vida dentro de ella, vio pasar a su suplente frente a ella en dos homenajes a la bandera en la escuela y en un desfile de la plaza pública y poco antes del parto se difundió un video sobre los jóvenes más destacados de su generación del que fue excluída, como si ella nunca hubiera sido parte de la escolta. Como si sus caminatas a la escuela hubieran sido en vano.

Hace una semana nació su hijo Kailál Gerardo Solís y le trajo muchas alegrías, como un nuevo estado de ánimo para seguir adelante con su pareja, también de 17 años. “Voy a cuidar a mi niño un año y luego voy a la licenciatu­ra de administra­ción de empresas porque sé que puedo hacerlo”, promete mientras carga a su bebé en casa y mira de reojo sus fotos a lado de la bandera, cuando marchaba solemne por las calles del pueblo.•

Prioridade­s

La salud sexual y reproducti­va (de los menores) no deberían haberse descuidado en la pandemia .

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Jatsiry Péres sostiene a su pequeño en brazos y con orgullo./CORTESÍA
El Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción clasifica a las embarazada­s como uno de los grupos más vulnerable­s. Jatsiry Péres sostiene a su pequeño en brazos y con orgullo./CORTESÍA

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