Obreros demandan leyes de seguridad que los protejan
los trabajadores inmigrantes.
La marcha y vigilia recordó a Mario Salas Vittorio, el trabajador de construcción de origen mexicano que murió el 16 de julio, después de que una pieza de moldura de la parte superior de un edificio del vecindario Murray Hill, en Manhattan, se estrelló contra el andamio donde estaba trabajando. El incidente, en el que además quedaron heridos de consideración otros tres jornaleros, ocurrió en el edificio localizado en el 136 East de la calle 36 y la avenida Lexington
Los promotores de la marcha por los trabajadores caídos, señalaron que las comunidades inmigrantes se han visto desproporcionadamente afectadas por las muertes relacionadas con el coronavirus y están siendo las más afectadas por su impacto económico.
“A medida que los trabajadores inmigrantes sobreviven e intentan recuperarse de una crisis de salud pública, debemos estar protegidos en el trabajo. Nuestras vidas son esenciales, no solo nuestro trabajo”, dijo un portavoz de New Immigrant Community Empowerment (NICE), la organización que promovió la marcha.
Vistiendo camisetas amarillas, portando velas y flores para honrar a los trabajadores fallecidos, además de grandes pancartas y entonando cánticos en los que se reclamó más protecciones para los inmigrantes y trabajadores de bajos salarios en el curso de la pandemia de COVID-19, los protagonistas de la marcha dijeron que no pueden esperar más por medidas que los protejan.
En algunas de las pancartas se leía: ¡Nuestras vidas están en juego!, ¡Los trabajadores inmigrantes no somos desechables!, ¡Ni una vida más!, en alusión a los frecuentes accidentes de construcción en los que han perdido la vida muchos trabajadores inmigrantes.
“Necesitamos que el gobierno Nueva York nos proteja pasando leyes de salud y seguridad y castigando a empleadores y compañías que no cumplen con su responsabilidad de mantener condiciones de trabajo seguras”, dijo el jornalero Fernando Peña, de El Salvador.
A través de un comunicado NICE dijo que, tras de dejar a miles de trabajadores inmigrantes sin trabajo, la industria de la construcción fue una de las primeras en reabrir después de que la pandemia de coronavirus cerrara la economía. Pero desafortunada
mente, un mes después de la reapertura, las condiciones inseguras han causado la muerte de dos trabajadores inmigrantes y tres heridos en trabajos de construcción en la ciudad de Nueva York.
“Estos incidentes son muy comunes, las investigaciones a menudo tardan años en llegar a una conclusión dejando a las familias inmigrantes desesperadas, y si las empresas son declaradas culpables de negligencia, la multa más severa a la que son sometidas por quitarse la vida humana es de $ 10,000. Este ultraje debe terminar. Ahora se necesitan protecciones para los trabajadores inmigrantes y los trabajadores de bajos salarios”, declaró NICE opera centros de trabajadores en Jackson Heights, Queens, Flatbush, Brooklyn y en el sur de El Bronx.
La familia de Mario Salas continúa exigiendo respuestas sobre cómo pudo suceder esta tragedia que le quitó la vida a un padre de tres hijos y que aún tenía mucho por vivir.
“Era un tipo maravilloso. Trabajó muy duro para la familia. Fue fuerte y todo. Realmente lo extrañamos", dijo
su hija Angela Molina. “Mi madre está destruida, solo necesitamos algunas respuestas. Solo mis hijos, (sus) nietos están todos destruidos en este momento".
La afligida familia dijo que Mario Salas, de 59 años, trabajó en la construcción durante décadas y que solo había estado en el lugar de trabajo donde murió durante dos semanas.
“Lo único que queremos, justicia para mi papá. Se suponía que no debía morir así”, dijo Molina entre lágrimas. “Necesitamos algunas respuestas de alguien”.
El cuerpo Salas fue enterrado en México, después que el consulado mexicano intercediera para ayudar a la familia con los arreglos.
Según el Departamento de Edificios (DOB), los trabajadores estaban restaurando partes de la fachada en el momento del colapso. La inspección más reciente presentada para el edificio desde febrero de 2019 mostró que la fachada no era segura y necesitaba reparación, según el DOB. La investigación del departamento sobre el incidente fatal está en curso.
Otros incidentes de construcción
El mismo día en que murió Salas, apenas unas horas antes, muy cerca de allí, un edificio vacío de cuatro pisos colapsó en el 211 East de la calle 34. En ese caso no hubo víctimas, pero las propiedades circundantes fueron evacuadas por precaución.
Fue el tercer derrumbe de estructura en la ciudad en los últimos días. El 13 de julio, 125 trabajadores fueron evacuados después de que se descubriera una gran grieta en un edificio en construcción en Long Island City, Queens. Previamente, un edificio de tres pisos se desplomó el 30 de junio en el vecindario Carroll Gardens en Brooklyn.l
El boricua Jorge Pérez tiene 50 años siendo vecino del Yankee Stadium, y este año es la primera vez que no vivirá la emoción desde las gradas de aupar a su legendario equipo. La temporada de Ligas Mayores de Béisbol 2020 marcada por la pandemia del coronavirus, no solo obliga a este fanático a ver los juegos en su casa, sino también deja en ‘la banca’ a centenares de familias que dependen económicamente de las multitudes que se congregan en los alrededores de la colosal instalación deportiva de El Bronx.
“Esto está muerto. Finalmente son los juegos de béisbol los que mueven la economía en esta parte de Nueva York. Es un negocio multimillonario, y se podría pensar solo en las pérdidas porque no se venden boletos, ya que los juegos son sin público. Pero por otra parte, los fanáticos aquí son la fuente de sustento de la mayoría de los comerciantes y trabajadores de estos vecindarios”, relató Jorge.
Los mares de aficionados no se verán este año en las afueras del estadio, en una temporada que normalmente empezaba en abril y que el COVID-19 casi obligaba a suspenderla del todo.
Tratan de vender algo
La ‘nueva realidad’ de los juegos sin fanáticos ha sido un ‘batazo mortal’ para la fuente de sustento de muchas familias hispanas que dependen de la economía informal o las ventas ambulantes, como es el caso de la dominicana Luzmila Feliz de 45 años, quien confiesa sobrevivía vendiendo agua embotellada.
“Cuando había un juego en la noche, especialmente en esta época de verano, miles de personas se venían desde temprano a esperar afuera, porque no tenían boleto. Todo el alboroto de las filas para entrar y muchos turistas que venían solo a conocer y tomarse fotos. Era un movimiento de gente que empezaba en abril. Este año todo se acabó”, explicó la comerciante.
Aunque las reglas de la Ciudad prohíben las ventas informales en los alrededores de la casa los ‘Bombarderos de El Bronx’, en la práctica centenares de comerciantes sortean en medio de la multitud las regulaciones.
“Finalmente uno no está haciendo nada malo. Es un servicio. Obviamente a muchos compañeros los multaban, pero es parte del riesgo. Este miércoles está planificado un juego, aunque sin público, mucha gente se reúne
Israel Rodríguez «Todo esto por aquí en la avenida Jerome, Highbridge, Concourse Village y la calle 161 es un área de El Bronx de clase trabajadora latina que ha sido la más castigada con esta crisis, incluyendo la del estadio».
afuera. Vamos tratar de vender algo”, remató la isleña.
Y como si los partidos sin público ya no fueran lo suficientemente malos para la economía de los vendedores, ahora la suspensión de algunos encuentros debido al