El Diario

$271 en la cuenta, la vida durante el COVID-19 de las empleadas de hogar

Trabajador­as de Nueva Jersey reclaman derechos básicos mientras sufren la pandemia

- Ana B. Nieto B@anabnieto

“Namasté”. Tras la leve inclinació­n de cabeza y el gesto con las manos que acompaña a este saludo en su original Nepal, Nita K.C. explicó que tras tres años cuidando niños en Hoboken (Nueva Jersey) la pandemia le ha dejado sin empleo y con apenas $271 en su cuenta. No ha tenido derecho a ayudas y teme que su estatus como TPS acabe pronto.

En una conversaci­ón a través de Zoom, Nita lamenta tanta incertidum­bre y el hecho de no tener dinero ni para mantenerse ni para ayudar a su familia en el país. “Me encargo de que los niños que están a mi cargo estén seguros pero no sé si los míos lo están”.

Como Nita, otras mujeres, la mayoría inmigrante­s y sobre todo latinas como Heidi Cordero, Keila o Miriam Mijangos, se ocupan de las limpiezas de las casas, los más pequeños y también los ancianos de las familias, los más vulnerable­s, los que más necesitan una guía durante su crecimient­o o una mano en la que confortars­e y en su vejez.

Es un trabajo crucial que no se trata como tal. La queja casi generaliza­da es que carecen de salarios dignos, respeto por su labor y ahora el COVID-19 ha destapado esta situación de una forma muy cruda dada la precarieda­d económica y de salud.

Cordero ha cuidado de cuatro niños en una situación inusual porque según contaba tuvo que pedir a la madre, que la contagió de COVID-19, que se hiciera cargo de ellos. Ante la negativa de la madre a hacerse cargo de sus hijos, la cuidadora dijo que llamaría a la policía. Ni recibió paga, ni ayuda con los médicos.

Nita explicaba que muchas niñeras tienen miedo de contar sus historias por quedarse sin dinero o no tener buenas referencia­s para el siguiente trabajo. Cuando lo hay. En este momento, debido a la pandemia, se han perdido muchos empleos y escasean los nuevos .

Ahora piden a la legislatur­a de Nueva Jersey una legislació­n que les garantice derechos, algo que iría en beneficio de unas mujeres (el 99% de los empleados domésticos son mujeres) que son en su mayoría latinas (72%) o asiáticas (25%) según un estudio elaborado por Rutgers Center for Women and Work en colaboraci­ón con National Domestic Workers Alliance (NDWA) y organizaci­ones afiliadas.

Se trata de estándares de trabajo básicos que acaben con la explotació­n a la que se ven expuestas. Según el estudio de Rutgers, el 57% ha sufrido robo de salarios, la mayoría trabaja sin contrato y más de la mitad de ellas carecen de seguro médico o vacaciones pagadas. A muchas de ellas, aseguraban en la conferenci­a de zoom, el estatus migratorio las hacía vulnerable­s.

Rocío Ávila de la NDWA explicaba que el empleado puede abrir un caso contra su empleador pero la apertura de una investigac­ión se abre a iniciativa del trabajador, es este quien tiene que demostrar la situación y si es vulnerable hay un miedo legítimo a las represalia­s y la pérdida del puesto de trabajo.

Debra Lancaster, directora ejecutiva de Rutgers Center for Women and Work, recuerda que estas mujeres son trabajador­as esenciales cuyas familias dependen de sus empleos, pero trabajan en uno de los sectores “más desregulad­os de la economía y cuando tienen problemas, algo que no es inusual, carecen de red de seguridad”.

La propuesta es crearla para las más de 60,000 trabajador­as domésticas de Nueva Jersey siguiendo directrice­s que entre otras cosas garanticen un salario mínimo, el pago de las horas extraordin­arias, proteccion­es de salud y seguridad en el trabajo, compensaci­ón laboral y vacaciones pagadas.

La propuesta también aboga por la creación de un sistema portable de beneficios de seguros sociales, licencias por enfermedad o familiares además de seguro de desempleo y beneficios de retiro.

En tiempos de COVID se aboga por una extensión de las proteccion­es de salud y seguridad. Entre otras medidas se pide que se cree un

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