Políticas de salud pública
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los respaldara: la hidroxicloroquina y el plasma convaleciente.
Azar ha dejado de lado a la FDA de otras maneras, como impidiendo que la agencia regule las pruebas desarrolladas en laboratorio, incluidas las del nuevo coronavirus.
Aunque el comisionado de la FDA, Stephen Hahn, le dijo al Financial Times que estaría dispuesto a aprobar el uso de emergencia de una vacuna antes de que concluyeran los estudios a gran escala, los funcionarios de la agencia también se han comprometido a garantizar la seguridad de cualquier vacuna para COVID-19.
El doctor Peter Marks, alto funcionario de la FDA que supervisa las aprobaciones de vacunas, ha dicho que renunciará si su agencia aprueba una vacuna para COVID-19 que no esté bien probada.
“Creo que habría una protesta insuperable de la comunidad de salud pública, que es mi peor pesadilla, mi peor pesadilla, porque confundiremos al público”, dijo el doctor Michael Osterholm, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas y Políticas en la Universidad de Minnesota, en su podcast semanal.
Aún así, “incluso si una empresa no quisiera que se hiciera, incluso si la FDA no quisiera que se hiciera, él podría hacerlo”, dijo Osterholm, en su podcast. “Espero que nunca veamos que eso suceda, pero tenemos que considerar que es una posibilidad”.
En el editorial del New England Journal, Avorn y el coautor, el doctor Aaron Kesselheim, se preguntaron si Trump podría invocar la Ley de Producción de Defensa de 1950 para obligar a las farmacéuticas reacias a fabricar sus vacunas.
Pero Trump tendría que demandar a una empresa para hacer cumplir esta ley, y la empresa tendría un caso sólido para negarse, dijo Lawrence Gostin, director del Instituto O’Neill para la Ley de Salud Nacional y Global de Georgetown.
Además, señaló que Trump no podría invocar la ley a menos que una vacuna estuviera “científicamente justificada y aprobada por la FDA”.l