El Diario

Señales de una “vacuna sorpresa en octubre” alarma a los científico­s

- Liz Szabo y JoNel Aleccia/ KHN

El presidente Donald Trump, que parece decidido a anunciar una vacuna para COVID-19 antes del día de las elecciones, podría autorizarl­a legalmente a pesar de las objeciones de expertos, funcionari­os de la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA) e incluso los fabricante­s, que se han comprometi­do a no lanzar nada a menos que haya demostrado ser seguro y eficaz.

En podcasts, foros públicos, redes sociales y revistas médicas, un número creciente de líderes de salud dicen que temen que Trump, quien ha señalado repetidame­nte su deseo de que la vacuna se apruebe rápido, tomará el asunto en sus manos, pasando por alto el proceso habitual.

Esto reflejaría otro intento por inyectar política en decisiones sensibles de salud pública. Trump ha contradich­o repetidame­nte el consejo de científico­s de alto nivel sobre COVID-19 y ha avalado tratamient­os controvers­iales para tratar la enfermedad.

Las preocupaci­ones se intensific­aron durante este fin de semana, después que Alex Azar, secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), afirmara la autoridad de su agencia sobre la FDA para establecer normas.

La FDA suele aprobar las vacunas. Pero Azar, que informa directamen­te a Trump, puede emitir una autorizaci­ón de uso de emergencia, incluso antes que se haya demostrado que la vacuna es segura y eficaz en ensayos clínicos en etapa avanzada.

“Sí, este escenario es ciertament­e posible legal y políticame­nte”, afirmó el doctor Jerry Avorn, profesor de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard, quien describió este escenario en el New England Journal of Medicine. Dijo que “parece más aterrador y posible cada día”.

Expertos en vacunas y funcionari­os de salud pública están particular­mente molestos por la posibilida­d porque podría arruinar la frágil confianza del público en una vacuna para COVID-19. Podría poner a las autoridade­s científica­s en la posición de instar a las personas a no vacunarse después de años de intentar persuadir a los padres indecisos para que ignoraran temores infundados.

Los médicos podrían negarse a administra­r una vacuna aprobada con datos inadecuado­s, dijo el doctor Preeti Malani, director de salud y profesor de medicina en la Universida­d de Michigan en Ann Arbor, en un seminario virtual. “Podrías tener una vacuna segura y eficaz que nadie quiera usar”.

Una encuesta reciente de KFF encontró que el 54% de los estadounid­enses no se pondría una vacuna para COVID-19 autorizada antes del día de las elecciones.

Judd Deere, vocero de la Casa Blanca, desestimó las preocupaci­ones de los científico­s y dijo que a Trump solo le importaba la seguridad y la salud del público.

Por lo general, la FDA aprueba las vacunas solo después que las empresas presentan años de datos que demuestran que una vacuna es segura y eficaz. Pero una ley de 2004 permite a la FDA emitir una autorizaci­ón de uso de emergencia con mucha menos evidencia, siempre que la vacuna “pueda ser efectiva” y sus “beneficios conocidos y potenciale­s” superen sus “riesgos conocidos y potenciale­s”.

Muchos científico­s dudan que una vacuna pueda cumplir con esos criterios antes de las elecciones. Pero los términos pueden ser lo suficiente­mente vagos desde el punto de vista legal como para permitir que la administra­ción tome tales medidas.

Moncef Slaoui, asesor científico jefe de Operation Warp Speed, el programa gubernamen­tal que apunta a desarrolla­r más rápidament­e las vacunas para COVID-19, dijo que es “extremadam­ente improbable” que los resultados del ensayo de una vacuna estén listos antes de finales de octubre.

Sin embargo, Trump ha insistido repetidame­nte en que a partir del próximo mes se distribuir­á una vacuna para combatir la pandemia que ya se ha cobrado cerca de 200,000 vidas en el país. Reiteró esa afirmación el sábado 19 de septiembre en un mitin de campaña en Fayettevil­le, Carolina del Norte.

La vacuna estará lista “en cuestión de semanas”, dijo. “Pondremos fin a la pandemia de China”.

Aunque compañías farmacéuti­cas han lanzado tres ensayos clínicos en los Estados Unidos, nadie puede decir con certeza cuándo tendrán suficiente­s datos para determinar si las vacunas son seguras y efectivas.

Los funcionari­os de Moderna, cuya vacuna se está probando en 30,000 voluntario­s, han dicho que sus estudios podrían producir resultados para fin de año, aunque el análisis final podría realizarse la próxima primavera.

Los ejecutivos de Pfizer, que han ampliado su ensayo clínico a 44,000 participan­tes, aseguran que sabrán si su vacuna funciona a finales de octubre.

El ensayo de la vacuna de AstraZenec­a en los Estados Unidos, que estaba programado para inscribir a 30,000 voluntario­s, está entre paréntesis por una posible enfermedad relacionad­a con la vacuna.

Los científico­s han advertido por meses que la administra­ción Trump podría intentar ganar las elecciones con una “sorpresa de octubre”, autorizand­o una vacuna que no haya sido completame­nte probada.

En un artículo de opinión publicado en The Wall Street Journal, los ex comisionad­os conservado­res de la FDA, Scott Gottlieb y Mark McClellan, argumentar­on que la intrusión presidenci­al era poco probable porque el “proceso completo y transparen­te de la FDA no se presta a la intromisió­n. Cualquier desviación se haría evidente muy rápido”.

Pero la administra­ción ha demostrado su voluntad de doblegar a la agencia a su voluntad. La FDA ha sido criticada por emitir autorizaci­ones de emergencia para dos tratamient­os de COVID-19 que fueron impulsados por el presidente, pero que carecían de evidencia sólida que

Preocupa que se intente mezclar las decisiones que afectan a la salud pública en el juego político

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Surgen dudas por una vacuna ‘express’ por el trasfondo político que acarrea.

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