El Diario

POBRE CASA BLANCA

- Humberto Caspa hcletters@yahoo.com PROFESOR DE ECONOMICS ON THE MOVE

Para chicos y grandes entrar a los confines de la Casa Blanca siempre ha sido un sueño. El solo hecho de mirar desde la distancia a este edificio histórico, donde se aposentaro­n cada uno de los presidente­s –empezando por John Adamas— es por si solo una meta cumplida. Muchos cumplimos ese objetivo y ahora vivimos para contarla.

Sin embargo, hoy este lecho de prodigioso­s personajes de la política nacional y mundial ya no es el edificio de antes. La Casa Blanca ha perdido –por lo menos momentánea­mente— el aura celestial que le acompañó en diversas ocasiones cuando estrellas de cine, figuras famosas del deporte, científico­s, entre otros, desfilaron por sus pasadizos para sólo estrechar la mano del presidente de la República.

Hoy, ese lugar majestuoso está hecho en un palacio de fantasmas. En sus entrañas se mueven, de un lado para el otro, especialis­tas en la destrucció­n de coronaviru­s, los fantasmas microscópi­cos que invadieron este edificio desde el momento en que fue presentada Amy Coney Barret, aspirante a la Corte la Suprema de Justicia, en pleno Rose Garden.

Allí estuvieron las figuras políticas más importante del Partido Republican­o, incluyendo el presidente y el vicepresid­ente haciendo gala del nombramien­to de la potencial magistrada. Todos estaban desprotegi­dos; no llevaban tapabocas o máscaras, tampoco guardaron el distanciam­iento necesario para evitar cualquier accidente.

Es decir, se comportaro­n como adolescent­es testarudos

Contagio

No tomaron las precaucion­es y ahora se ven las consecuenc­ias.

que no dan fe a los peligros que les depara la vida.

No se sabe por quien empezó, pero el hecho es que, del montón que se reunió en las afueras de la Casa Blanca, más de dos centenares de personas se contagiaro­n del coronaviru­s. Ahora, los preocupado­s no son tanto las personas que se infectaron, sino sus familiares, sus hijos/as, sus padres, abuelos y amigos. Son ellos quienes van a sufrir el hecho del peligro de vida que acecha a sus seres queridos.

Aunque parece ser que el contagio de los dirigentes del Partido Republican­o inició la tragedia de la Casa Blanca, el problema se originó casi cuatro años atrás, cuando Donald Trump hizo su entrada al recinto. esde su llegada empezó a crear enemigos y generar políticas que despertaro­n la preocupaci­ón de la Madrea Tierra. Desde que el gobierno de Trump decidió abandonar el Acuerdo de París, desprotege­r las amazonas al apoyar el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, no apoyar el esfuerzo contra el calentamie­nto, entre otras políticas destructiv­as, despertó la ira de la naturaleza.

Las políticas de Trump pusieron al ser humano contra la Madre Tierra. En este tipo de peleas, la segunda siempre gana. Por eso la Casa Blanca está convertida en un lecho abandonado.•

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