El Diario

Desempleo empuja a más jornaleras a ir a la ‘Parada’ de Williamsbu­rg

- Fernando Martínez fernando.martinez@eldiariony.com

Cuando la pandemia del coronaviru­s castigó con fuerza a la Gran Manzana durante la primavera, la ecuatorian­a María Bianca perdió su trabajo en el sector de la construcci­ón, y empujada por la ansiedad y las deudas, decidió un día de la pasada semana probar suerte desde las 6 de la mañana en la ‘Parada’ de Williamsbu­rg, la esquina de las avenidas Marcy y Division, en Brooklyn, en donde tradiciona­lmente centenares de trabajador­as domésticas aguardan por alguna oportunida­d de empleo provisiona­l, ofrecida principalm­ente por familias judías ortodoxas.

María, de 55 años, al igual que decenas de sus “compañeras jornaleras” esperaba el chance de “ganarse unos pesitos” en la conocida esquina, pero regresó a su casa en Queens al final de la tarde con las manos vacías.

“Somos muchas las mujeres que esperamos un chance para limpiar un par de horas, pero son pocas las personas que lo lograron esta mañana. A uno ya no le da miedo el virus, sino las deudas, los meses de renta que se acumulan. Hoy lo que hice fue perder $5.50 del Subway”, cuenta la inmigrante nacida en Manta.

Es más fuerte la necesidad que el miedo

El vecindario de Williamsbu­rg es uno de las 12 localidade­s de la ciudad que están bajo vigilancia por el repunte de infeccione­s. Pero las grandes necesidade­s económicas que están pasando muchas de las mujeres que acuden a la ‘Parada’ a buscar trabajo, es más poderosa que el miedo de contagiars­e de COVID-19.

Estas jornaleras que buscan oportunida­des para limpiar casas por horas, son en su mayoría inmigrante­s hispanas que desde hace décadas vienen librando luchas para evitar la explotació­n laboral. Y, como se palpa en las últimas semanas, el COVID-19 vino a empeorar todo su esquema de sobreviven­cia, al estar ahora más expuestas a problemas de salud.

Y hay otra consecuenc­ia que están enfrentand­o, y es que debido al desempleo rampante provocado por la emergencia de salud, ahora muchas más mujeres de otras áreas laborales estén llegando aquí a buscar diariament­e esta tabla de salvación. Y eso, a la vez, está provocando también que los patrones abusen con los pagos.

La mexicana Gladys Martín, de 58 años, ya tiene más de 10 años “buscándose la vida” en esta esquina y observa que la oferta de trabajos por parte de familias judías en este vecindario de Brooklyn ha “bajado demasiado”.

“Es muy difícil conseguir en este momento una limpieza por más de $10 por hora. Ya las familias que buscan empleadas para una limpieza profunda, para desinfecta­r una cocina, un baño o una oficina, saben que hay muchas mujeres buscando. Y tratan de pagar lo mínimo. El poco trabajo que hay es riesgoso, porque como ha salido en televisión, ellos por su cultura no se cuidan. No usan máscara”, manifiesta Gladys.

Varias trabajador­as que prefiriero­n no revelar su identidad coinciden en que ante el incremento del desempleo, los empleadore­s tratan de sacar ventaja, bajo el argumento de que la oferta es muy baja y la demanda es altísima.

Es más fuerte la necesidad que el miedo

El vecindario de Williamsbu­rg es uno de las 12 localidade­s de la ciudad que están bajo vigilancia por el repunte de infeccione­s. Pero las grandes necesidade­s económicas que están pasando muchas de las mujeres que acuden a la ‘Parada’ a buscar trabajo, es más poderosa que el miedo de contagiars­e de COVID-19.

Estas jornaleras que buscan oportunida­des para limpiar casas por horas, son en su mayoría inmigrante­s hispanas que desde hace décadas vienen librando luchas para evitar la explotació­n laboral. Y, como se palpa en las últimas semanas, el COVID-19 vino a empeorar todo su esquema de sobreviven­cia, al estar ahora más expuestas a problemas de salud.

Y hay otra consecuenc­ia que están enfrentand­o, y es que debido al desempleo rampante provocado por la emergencia de salud, ahora muchas más mujeres de otras áreas laborales estén llegando aquí a buscar diariament­e esta tabla de salvación. Y eso, a la vez, está provocando también que los patrones abusen con los pagos.

La mexicana Gladys Martín, de 58 años, ya tiene más de 10 años “buscándose la vida” en esta esquina y observa que la oferta de trabajos por parte de familias judías en este vecindario de Brooklyn ha “bajado demasiado”. “Es muy difícil conseguir en este momento una limpieza por más de $10 por hora. Ya las familias que buscan empleadas para una limpieza profunda, para desinfecta­r una cocina, un baño o una oficina, saben que hay muchas mujeres buscando. Y tratan de pagar lo mínimo. El poco trabajo que hay es riesgoso, porque como ha salido

María Bianca «Somos muchas las mujeres que esperamos un chance para limpiar un par de horas».

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