Desempleo empuja a más jornaleras a ir a la ‘Parada’ de Williamsburg
Cuando la pandemia del coronavirus castigó con fuerza a la Gran Manzana durante la primavera, la ecuatoriana María Bianca perdió su trabajo en el sector de la construcción, y empujada por la ansiedad y las deudas, decidió un día de la pasada semana probar suerte desde las 6 de la mañana en la ‘Parada’ de Williamsburg, la esquina de las avenidas Marcy y Division, en Brooklyn, en donde tradicionalmente centenares de trabajadoras domésticas aguardan por alguna oportunidad de empleo provisional, ofrecida principalmente por familias judías ortodoxas.
María, de 55 años, al igual que decenas de sus “compañeras jornaleras” esperaba el chance de “ganarse unos pesitos” en la conocida esquina, pero regresó a su casa en Queens al final de la tarde con las manos vacías.
“Somos muchas las mujeres que esperamos un chance para limpiar un par de horas, pero son pocas las personas que lo lograron esta mañana. A uno ya no le da miedo el virus, sino las deudas, los meses de renta que se acumulan. Hoy lo que hice fue perder $5.50 del Subway”, cuenta la inmigrante nacida en Manta.
Es más fuerte la necesidad que el miedo
El vecindario de Williamsburg es uno de las 12 localidades de la ciudad que están bajo vigilancia por el repunte de infecciones. Pero las grandes necesidades económicas que están pasando muchas de las mujeres que acuden a la ‘Parada’ a buscar trabajo, es más poderosa que el miedo de contagiarse de COVID-19.
Estas jornaleras que buscan oportunidades para limpiar casas por horas, son en su mayoría inmigrantes hispanas que desde hace décadas vienen librando luchas para evitar la explotación laboral. Y, como se palpa en las últimas semanas, el COVID-19 vino a empeorar todo su esquema de sobrevivencia, al estar ahora más expuestas a problemas de salud.
Y hay otra consecuencia que están enfrentando, y es que debido al desempleo rampante provocado por la emergencia de salud, ahora muchas más mujeres de otras áreas laborales estén llegando aquí a buscar diariamente esta tabla de salvación. Y eso, a la vez, está provocando también que los patrones abusen con los pagos.
La mexicana Gladys Martín, de 58 años, ya tiene más de 10 años “buscándose la vida” en esta esquina y observa que la oferta de trabajos por parte de familias judías en este vecindario de Brooklyn ha “bajado demasiado”.
“Es muy difícil conseguir en este momento una limpieza por más de $10 por hora. Ya las familias que buscan empleadas para una limpieza profunda, para desinfectar una cocina, un baño o una oficina, saben que hay muchas mujeres buscando. Y tratan de pagar lo mínimo. El poco trabajo que hay es riesgoso, porque como ha salido en televisión, ellos por su cultura no se cuidan. No usan máscara”, manifiesta Gladys.
Varias trabajadoras que prefirieron no revelar su identidad coinciden en que ante el incremento del desempleo, los empleadores tratan de sacar ventaja, bajo el argumento de que la oferta es muy baja y la demanda es altísima.
Es más fuerte la necesidad que el miedo
El vecindario de Williamsburg es uno de las 12 localidades de la ciudad que están bajo vigilancia por el repunte de infecciones. Pero las grandes necesidades económicas que están pasando muchas de las mujeres que acuden a la ‘Parada’ a buscar trabajo, es más poderosa que el miedo de contagiarse de COVID-19.
Estas jornaleras que buscan oportunidades para limpiar casas por horas, son en su mayoría inmigrantes hispanas que desde hace décadas vienen librando luchas para evitar la explotación laboral. Y, como se palpa en las últimas semanas, el COVID-19 vino a empeorar todo su esquema de sobrevivencia, al estar ahora más expuestas a problemas de salud.
Y hay otra consecuencia que están enfrentando, y es que debido al desempleo rampante provocado por la emergencia de salud, ahora muchas más mujeres de otras áreas laborales estén llegando aquí a buscar diariamente esta tabla de salvación. Y eso, a la vez, está provocando también que los patrones abusen con los pagos.
La mexicana Gladys Martín, de 58 años, ya tiene más de 10 años “buscándose la vida” en esta esquina y observa que la oferta de trabajos por parte de familias judías en este vecindario de Brooklyn ha “bajado demasiado”. “Es muy difícil conseguir en este momento una limpieza por más de $10 por hora. Ya las familias que buscan empleadas para una limpieza profunda, para desinfectar una cocina, un baño o una oficina, saben que hay muchas mujeres buscando. Y tratan de pagar lo mínimo. El poco trabajo que hay es riesgoso, porque como ha salido
María Bianca «Somos muchas las mujeres que esperamos un chance para limpiar un par de horas».