Se dispara riesgo de explotación laboral a inmigrantes
que ofrece soporte a trabajadores de la construcción, coinciden en que cuando se autorizó a este sector reiniciar operaciones en junio, los reportes de robos salariales no han tenido pausa en sus oficinas.
Uñas poco afiladas
La también ecuatoriana Claudia Guerra, de 45 años, ha trabajado por más de una década como manicurista en un salón en el Bajo Manhattan. Este es unos de los sectores en donde antes de la pandemia ya la Asociación de Trabajadores
de Salones de Uñas de Nueva York había alertado que un 82% de su fuerza laboral reportaba robo de salarios. Ahora, a tres meses de la reapertura, el balance podría ser mucho peor.
“La dueña del local me llamó que si quería volver a trabajar, tenía que aceptar nuevas reglas”, contó la inmigrante.
Claudia, agobiada por las deudas y sin haber optado a ninguna ayuda federal, describe que hay semanas en donde ha ganado no más de $100. Revela que solo ha tenido ingresos para pagar el Subway y para comer, porque sus deudas de renta siguen intactas.
“Los clientes han bajado mucho y obviamente las propinas. La patrona dice que le va muy mal por la crisis. Y que está a punto de cerrar. Es como una presión diaria psicológica: toma lo poco que hay y confórmate”, aseguró quien además expone que de manera cotidiana tiene un
Organizaciones que defienden los derechos de jornaleros, trabajadoras de salones de uñas y empleados de restaurantes intentan aminorar los impactos desoladores de la pandemia