A DERROTAR LA AGENDA DE ODIO
Faltan 15 días para una de las elecciones más decisivas de los últimos tiempos. En realidad la votación ya empezó. Se estima que 30 millones de electores ya votaron. Pero el 3 de noviembre es el día oficial, es la fecha que inquieta.
El año 2020 probó ser distinto a todo lo que conocemos. Nos hemos ido enfrentando a desafíos nuevos. La elección sigue esa norma. No es solo la pandemia, es el estado de nuestra democracia con Donald Trump al frente. Durante cuatro años de presidencia mostró ser imprevisible en muchos aspectos y terriblemente anticipable cuando se espera lo peor del mandatario.
Por eso hoy a lo largo del país, en ciudades y estados, existe una alerta para que las autoridades policiales estén listas a intervenir si hay inconvenientes. Las recomendaciones de funcionarios estatales a los jefes electorales locales de contactar a la policía del área para estar preparadas es algo nuevo.
Empero la presidencia de Trump es también algo nuevo. No habido un presidente en casi un siglo o más, que dividió tanto a Estados Unidos, que cultivó el odio y el resentimiento de tal manera como el millonario neoyorquino. Un líder que haya alentado el racismo y exaltado a los blancos supremacistas, a milicias extremistas y a neonazis.
El mensaje electoral de su campaña fue el mismo de 2016 y de su gobierno. Los afroamericanos son tan peligroso que es normal que se asusten y los mate. Los inmigrantes traen enfermedades robando trabajos y un pandillero de la MS 13 que corta se va al suburbia en la casa del al lado de la familia americana perfecta. Por supuesto blanca.
Hace una semana arrestaron a milicianos que querían secuestrar a la gobernadora Michigan, uno de los blancos preferidos para los dardos de Trump. El temor es que hay demasiada gente armada hasta los dientes que parece no necesitar salir a las calles a defender una cultura que para ellos está bajo el fuego de las minorías y cubrebocas contra el coronavirus.
La inquietud es que la derrota de Trump sea esa chispa que prende la hoguera. Trump prepara el fuego diciendo que va haber un fraude colosal, que no hay otra manera para que él pueda perder.
A Tump no le gusta perder. Para el presidente sus instintos por tan errados que están, y su interés propio, por más perverso que sea, guían sus acciones. Son las que le impiden garantizar una transición pacífica en caso de caer derrotado, porque no concibe esa posibilidad. De la misma manera que no cree en la ciencia, sus propias fuentes de inteligencia o que la mayoría de los estadounidenses en 2016 votaron por Hillary Clinton y no por el.
Dicho esto llamamos a votar ya mismo donde se pueda, o por correo y sino el 3 de noviembre. No hay que dejar que las intimidaciones impiden expresarnos.•
Hay que votar «Hay que votar y no perder la fe en una democracia defectuosa, pero no hay nada mejor que ella».