EL URGENTE VOTO POR LA ESTABILIDAD O EL CAOS
Mientras el presidente Donald Trump desafía al coronavirus con rallies repletos que se han convertido en focos de contagio, aunque a sus leales seguidores no les importa, a través del país hay otros lugares igualmente repletos. Pero estos otros son sitios llenos de electores que están haciendo largas y, en muchos casos, lentas filas para poder ejercer su derecho al voto antes del día oficial, el 3 de noviembre. Es una señal de que millones no están dejando nada a la suerte, sobre todo ante las amenazas de Trump de impugnar los resultados si pierde.
Es, de hecho, un mensaje tácito y explícito de una ciudadanía que aún cree en la democracia y en los valores que esta emana. Es decir, si todo fuera normal como en elecciones anteriores, el grueso de los votantes no viviría en esta especie de estado de emergencia electoral y esperaría paciente al día de los comicios, que suelen ser más festivos que preocupantes.
Por ejemplo, hasta el domingo, casi 28 millones de estadounidenses habían votado de forma anticipada a través del país, según un análisis de la firma Target Smart. El 53% de los votos por adelantado corresponde a demócratas y 36% a republicanos. La participación demócrata es seis veces más que la cifra de votos anticipados en 2016 para la misma fecha, mientras que la participación republicana es cuatro veces mayor. Asimismo, 2020 está registrando un aumento en la participación de todos los grupos étnicos.
Estas cifras comparativas corroboran que el entusiasmo de antaño se está convirtiendo
Elecciones Millones de electores está votando de forma anticipada.
en la preocupación de hoy, en el sentido de que no solamente se desea preservar el sistema democrático estadounidense, sino de que no se vicie aún más, como en 2016, la voluntad popular traducida en votos, que es la base misma de la democracia.
Lo interesante es que la idea generalizada era que la pandemia iba a asestar un golpe a la participación electoral, pero hasta el momento la historia que emerge parece ser todo lo contrario.
En efecto, el COVID-19 se ha venido a sumar como catalizador político en este proceso entre quienes se han entregado de lleno a negar su existencia y quienes han preferido seguir todos los protocolos de seguridad ante esta emergencia de salud pública. Y en medio de estas dos vías, sin embargo, de lo que se trata es de ejercer un derecho inalienable con sabor a urgencia en este 2020.
Por supuesto que nada está escrito en piedra hasta que se tabule el último voto, y así cualquier cosa puede suceder con un presidente que se ha dedicado a desligitimar el proceso electoral diciendo que el voto por correo es “fraudulento” y se ha negado a declarar si aceptará los resultados en caso de perder.
De momento los votantes están evidenciando un entusiasmo en participar del proceso, ya sea en pos de un cambio de mando que traiga estabilidad, o cuatro años más de caos.•