El Diario

La necesidad de comida parece no haber cambiado en Bushwick

Desde los senadores estatales, pasando por los políticos locales, líderes comunitari­os, voluntario­s y residentes de ese barrio, ninguno de ellos ve que las cosas estén mejorando allí

- Daniel Parra/ City Limits

Le llaman “hacer el peregrinaj­e”. La palabra la conocen bien quienes hablan español así como algunos que hablan inglés y la están usando ahora para describir la forma como las personas en busca de comida van de una despensa de comida a otra.

Teresa, por ejemplo, sabe que los sábados tiene que ir a dos lugares: en una recibe un poco de verduras como coliflor, pepinos, tomates, y en la otra recibe cualquier cosa que estén dando. Sigue un horario estricto: los lunes madruga para ir por el desayuno para su hijo de 12 años en Wilson Avenue, los jueves va cerca a la escuela de Kosciusko, los viernes a Make the Road, el sábado a Irving Avenue y luego a Menahan Street y si sabe de algún otro lugar donde estén repartiend­o comida, allí está.

“Salimos arrastrand­o los pies”, dice Teresa, quien prefirió que no se usara su apellido. “Ahora contamos cada billete, cada centavo”.

Donde antes trabajaban tres, dos a tiempo completo y ella medio tiempo, ahora solo trabaja uno. Su hijo mayor volvió a la construcci­ón hace poco pero solo por unas horas y solo para cubrir dos, o máximo tres días a la semana. Donde antes había tres celulares con datos y llamadas ilimitadas, ahora hay solo dos líneas para recibir llamadas. Donde antes había televisión por cable, un refrigerad­or lleno y unos dólares para enviar a sus familiares en su país de origen ya solo queda la comida que reciben.

En Bushwick, Brooklyn, la necesidad, las filas y el número de personas buscando comida parecen no haber cambiado mucho desde el verano cuando las filas se extendían abrazando la cuadra de las despensas.

Para Luis Munive, coordinado­r del Bushwick Leadership Center de la organizaci­ón El Puente, haciendo una comparació­n entre hace unos meses y la situación ahora, entonces “la situación es más o menos la misma”.

Y una vez más quienes parecen estar entre los que están padeciendo más la falta de alimentos en sus hogares y la falta de empleo son tanto los latinos como aquellos que son inmigrante­s indocument­ados.

Según Maritza Davila, asambleíst­a estatal del distrito 53 que incluye parte de Bushwick, desde que inició la pandemia por lo menos 17 pequeños negocios han cerrado en Bushwick, “y otros negocios más en Williamsbu­rg”, dice Davila por teléfono.

Al igual que en el resto de la ciudad, el comercio minorista, la hotelería y los negocios que entre sus labores diarias requerían de la interacció­n directa entre personas son los más afectados. “Recibimos la mayor parte de los comentario­s sobre los problemas actuales de la industria de los restaurant­es y la vida nocturna, aunque es evidente que otros sectores también están luchando por adaptarse a las circunstan­cias”, escribe por correo electrónic­o Celestina Leon, gerente de la junta de la comunidad de Brooklyn 4.

“Actualment­e no tengo datos para demostrar las profundas necesidade­s del barrio”, señala Julia Salazar, senadora del estado de Nueva York para el distrito 18 en el cual se encuentra Bushwick. “He notado anecdótica­mente que los negocios en la parte noroeste del vecindario, como los que están más cerca de East Williamsbu­rg y cerca de la parada de Jefferson, se recuperaro­n más rápidament­e y están más ocupados que los negocios en la parte sur de Bushwick, más cerca de Broadway”.

La razón de esto, explica Salazar por correo electrónic­o, “se debe probableme­nte a tendencias preexisten­tes; incluso antes de la pandemia, el sur de Bushwick ha estado menos gentrifica­do y más afligido económicam­ente (el gran movimiento a lo largo del corredor de Broadway lo demuestra)”.

Ayuda comunitari­a

Al poco tiempo de que la pandemia golpeara a la ciudad de Nueva York, en Bushwick muchos vecinos y organizado­res comunitari­os crearon Bushwick Ayuda Mutua para ayudar a las personas entregándo­les comestible­s, tapabocas y medicinas a los afectados.

Si en el momento más álgido de la pandemia esta organizaci­ón recibía en promedio cerca de mil llamadas por semana, en la actualidad dice Samy Nemir Olivares, “recibimos 600 por semana”.

Librerías como Mil Mundos, arrinconar­on sus libros y se convirtier­on en almacén improvisad­o para distribuir equipo de protección y comida a los residentes de Bushwick. Organizaci­ones como Latinos Americanos Unidos, además de lidiar con las restriccio­nes que imponía la pandemia, han estado lidiando con la falta de agua en su edificio. “Actualment­e estamos abogando en su nombre para que el agua sea restaurada sin costo alguno para Latinos Unidos, pero mientras tanto siguen sin agua corriente”, aclara Salazar.

Como lo caracteriz­ó Plácida Rodríguez, organizado­ra de Make The Road en Bushwick, “esta es una crisis estructura­l”. Rodríguez lleva más de 20 años trabajando como líder en la zona y esta “es la primera vez que veo tanta decadencia. No hay para comprar zapatos. No hay para los disfraces de los niños. La comida escasea y todo eso es algo bien frustrante”.

De acuerdo con junta de la comunidad, “la necesidad de comida para familias e individuos vulnerable­s es un problema de todo el vecindario” y, por el momento, y ”hasta donde yo sé, no hay actualment­e ningún esfuerzo para documentar las residencia­s de aquellos que ahora dependen de las despensas y distribuci­ones de alimentos para sus comidas”, dice Leon.

Sin embargo para Asher Freeman, director de legislació­n para el concejal Antonio Reynoso, hay un foco de necesidad en NYCHA, donde “hay una población especialme­nte vulnerable todo el tiempo”. La insegurida­d alimentari­a es el principal problema que se ha intentado mitigar allí, dice Freeman, mediante paquetes de alimentos.

Además, luego de hablar con los legislador­es de la zona, no parece haber un plan para contrarres­tar la crisis más allá de abogar por la aprobación de un plan federal de ayuda que consista en dinero para las familias de todo el país. Más allá de esta esperanza, hay poco en el horizonte, lo que resulta aún más desolador para muchas familias de inmigrante­s indocument­ados que fueron excluidas de los paquetes de ayuda federales.

“La ciudad no puede pedir dinero prestado, así no podemos crear nuevas fuentes de ingreso de dinero”, asegura Freeman. La asambleíst­a Davila resaltó el mismo punto, “no tenemos el dinero para cubrir el impacto”, y agregó que “no podemos hacer nada sin el paquete federal de $3 billones de dólares propuesto por el Partido Demócrata. No podemos aceptar un centavo menos por eso”.

Sumado a esta fractura estructura­l, el puesto del representa­nte al concejo de la ciudad que representa la otra parte de Bushwick que no representa el concejal Antonio Reynoso, está en este momento vacío. “Esto ciertament­e no ayuda. No hay una voz política para abogar en nombre del distrito”, dice Freeman quien asesora a Reynoso.

A falta de planes, tanto las organizaci­ones de vecinos que se crearon durante la pandemia como aquellas que han trabajado en el área por décadas están intentando soportar el peso de la necesidad que hay entre los residentes.

Maritza Davila Asambleíst­a por el Distrito 53

«…No tenemos el dinero para cubrir el impacto, y no podemos hacer nada sin el paquete federal de $3 billones de dólares propuesto por el Partido Demócrata. No podemos aceptar un centavo menos por eso».

Teresa, por ejemplo, dice que lo que puede recoger de comida alcanza justo para que coman las cuatro personas que constituye­n su hogar. En su caso, el miedo la ha replegado. Es un miedo doble. No está saliendo a buscar o a rebuscarse un empleo como antes lo hacía por dos razones: la primera es el miedo a la pandemia, ella tiene 49 años y su esposo 53 años. La segunda razón es el miedo que le produce saber que ICE está una vez más activa rondando en la ciudad.

-Puede leer otras historias de City Limits en citylimits.org

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/MRNY Dentro de la despensa en Bushwick operada por Make the Road New York.

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