EL VEREDICTO DE LOS VOTANTES
Los votantes del país dieron su veredicto. Esta vez nuestra extraña democracia en donde se puede perder, incluso cuando se gana la mayoría de los votos, dio el resultado esperado. No hubo discrepancias como las ocurridas hace cuatro años. Le dijeron a Donald Trump: ¡Estás despedido!
En el programa televisivo The Apprentice que llevó la imagen de Trump a los hogares estadounidenses, el perdedor se levantaba de la mesa salía de la habitación y la última imagen de la derrota era verlo entrar en un ascensor con una maleta para desaparecer de escena.
Ahora le toca a Trump dejar la habitación empacar e irse. Fue despedido por incompetente. Su trabajo era gobernar para todos los estadounidenses. Protegerlos y velar por su seguridad. El fracaso en ambas labores le costó el empleo.
Trump se niega aceptar su destino. No reconoce el juicio de los votantes. Nunca entendió que el presidente con todo su poder no es más ni menos que un empleado temporal sujeto a la evaluación de sus empleadores.
Es el jefe ejecutivo que depende de los accionistas. En esta empresa gigantesca que es Estados Unidos, los votantes cumplen esa misión. Trump está acostumbrado a una empresa familiar en donde todos obedecen el capricho del dueño. Nunca entendió que él no era el propietario del gobierno.
¡Es hora que se dé cuenta! Es el momento de traerlo a la realidad para recordarle como cualquier mortal que perdió. Es la ocasión de exigirle a la autoridad que dan 74 millones de votos que reconozca públicamente haber perdido como se hace en una democracia. os republicanos, salvo alguna excepción, están callados. No quieren ofender a los votantes de Trump. Algunos dicen que hay que dar espacio y tiempo para que el presidente asimile lo ocurrido.
¡Basta de las consideraciones ridículas e inmerecidas!
En sus cuatro años de gobierno la consideración hacia
Lel otro nunca existió. Nadie se preocupó en la Casa Blanca, y entre los republicanos por el dolor horrible de los padres y madres, de los hijos e hijas que fueron separados de la frontera. Es solo un ejemplo.
Trump está acostumbrado a salir bien parado de sus peores bancarrotas. Para él los juicios son una forma para salirse con la suya. Tiene que aprender a los 74 años de edad, una lección de vida. Si bien se ha comportado como un niño caprichoso, quejoso incapaz de asumir responsabilidad, no lo es. asta de aceptar que porque es Trump, hay que tolerar los insultos diarios y las actitudes que hubieran sido condenables para todos. No están equivocados los que dijeron por cuatro años que Trump es un presidente y un político distinto. Muy pocos mandatarios fueron echados de esta manera. Hay muchos políticos perdedores pero pocos tan malos y tramposos en reconocer la derrota. En aceptar que fueron despedidos.l
B