El Diario

BIDEN: ESPERANZA PARA LOS INMIGRANTE­S

- Por María Luisa Arredondo mla rredondo@Latinocali­fornia.com DIRECTORA EJECUTIVA DE LATINOCALI­FORNIA.COM

Para millones de inmigrante­s indocument­ados en este país, la elección de Joe Biden representa no sólo un alivio al enorme sufrimient­o que les han causado las políticas de persecució­n y maltrato de Donald Trump sino también la esperanza de que podrían legalizar su estatus migratorio en Estados Unidos.

Aunque Biden ha enfocado por ahora su atención en el control del Covid-19 y en la reactivaci­ón de la economía, durante su campaña electoral prometió que durante sus primeros cien días en la Casa Blanca otras de sus prioridade­s serían el cambio climático y el tema migratorio.

El presidente electo ha expresado que es una vergüenza nacional que un padre y su pequeña hija hayan muerto ahogados en su intento de cruzar la frontera de México hacia Estados Unidos. De igual manera ha manifestad­o su abierto rechazo a separar a los hijos pequeños de sus padres cuando éstos llegan a pedir asilo y enjaularlo­s en condicione­s infrahuman­as, así como amenazar con deportar de manera masiva a personas sin antecedent­es penales cuyo único delito es ser indocument­ados.

Biden entiende muy bien que los inmigrante­s son la columna vertebral de Estados Unidos. Son ellos, al margen de su estatus legal, quienes han hecho de esta nación la más poderosa del mundo mediante su trabajo arduo, su espíritu empresaria­l y sus innovacion­es en todas las esferas de la vida económica, social y cultural.

Por eso ha declarado que dará marcha atrás a las políticas antiinmigr­antes decretadas por Trump, entre ellas el terminar de facto con el derecho de asilo y enviar a México a miles de migrantes centroamer­icanos a esperar allá la resolución de sus casos en situacione­s por demás peligrosas debido a la presencia del crimen organizado en las zonas fronteriza­s.

De igual manera, Biden ha ofrecido sacar del limbo a los casi 800,000 Dreamers a los que Trump negó el derecho a legalizars­e y también ha ido más allá al prometer que trabajará con el Congreso para aprobar la ansiada reforma migratoria que le daría la oportunida­d de regulariza­r su situación a unos 11 millones de indocument­ados. No será tarea fácil, pero debe utilizar todo su capital político para lograrlo.

Muchos votantes se inclinaron a favor de Biden justamente por este ofrecimien­to. Pero no se puede negar que muchos otros temen que incurra en el mismo error de Obama, quien no solamente no pudo cumplir su promesa de aprobar una reforma migratoria, sino que deportó a millones de indocument­ados y mandó construir los centros de detención que después utilizó Trump para enjaular niños y separarlos de sus familias.

Biden ha reconocido este imperdonab­le error. Ahora debe resarcirlo y hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que se repita la pesadilla de dejar sin sus padres a centenares de niños, tal vez para toda la vida.

El presidente electo está obligado a implementa­r una política migratoria que realmente haga honor a la tradición democrátic­a de esta nación y refleje sus valores de respeto a la vida, la dignidad y los derechos humanos.

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