El Diario

LA HIPOCRESÍA DE TRUMP Y LOS REPUBLICAN­OS

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Se van a cumplir dos semanas de la elección sin que el presidente Donald Trump reconozca su derrota. No cesa el daño que estos cuatro años causó en la democracia y la forma de gobierno de Estados Unidos.

Las diferencia­s en los votos que importan, esos que le dan el triunfo al demócrata Joe Biden, son mayores que con la que Trump le ganó a Hillary Clinton. Hace cuatro años el derrotado reconoció y se dio vuelta esa página de la historia. Ni hubo demandas múltiples ni lloriqueos de los demócratas, de la candidata ni de sus seguidores.

Cuatro años más tarde, estamos bajo el país de Trump. Lleva meses preparando el terreno para denunciar el fraude. Lo hizo en 2016, pero la sorpresiva victoria no hizo necesario utilizar esos argumentos. No tuvo problema en celebrar las proyeccion­es de los medios que lo declararon ganador. Esos mismos que hoy denuncia como cómplices de fraude.

Esa actitud es similar a la de los republican­os. La hipocresía parece ser la única constante en este Partido Republican­o. Hoy se dice todo lo contrario de lo que se dijo hace cuatro años. Son fieles a la filosofía del líder partidario de mentir descaradam­ente.

El problema es que esa parte de la dinámica del nuevo republican­ismo. Cerca de un 70% cree que hubo algún tipo de fraude electoral. No hay prueba de ello más que la incesante queja presidenci­al de los votos ilegales. Hasta los propios abogados contratado­s por Trump no encontraro­n nada, los funcionari­os republican­os de los estados en discusión dicen que todo está bien.

Pero el presidente dice que la verdad es mentira y sus seguidores le aceptan. Los políticos deseosos de heredar esos votos rematan por enésima vez su alma al diablo aunque sepan que el único de interés de Trump.

Su meta es no reconocer que es un perdedor, quitar credibilid­ad al próximo gobierno, es el caudillo dueño del voto republican­o y hacer dinero como sea. Hoy sus seguidores mandan dinero con letra grande para la defensa de la integridad del voto y en la letra chica dice que puede hacer lo que quiera con ese dinero. os conservado­res suelen quejarse de la cultura de victimizac­ión de los demócratas. Es difícil que alguien juegue esta carta mejor que Trump. Siempre hay un complot en su contra como si fuera una víctima. Incapaz de reconocer sus responsabi­lidades, presto para robar crédito.

A Trump solo le importa Trump. Es una frase repetida, pero es la única que explica por qué hasta la transición de poder está envenenada de resentimie­nto. Estos meses hasta la entrega de poder son de rabia y revanchism­o. Pasaron dos semanas de la elección, faltan nueve para el cambio de gobierno.•

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