El Diario

99 años del descubrimi­ento de la tumba de Tutankamon

El joven faraón de la XVIII Dinastía goza de fama mundial

- Europa Press

Se cumplieron 99 años del descubrimi­ento de la entrada a la tumba del faraón Tutankamón cerca de Luxor, por el arqueólogo británico Howard Carter, culminando 8 años de búsqueda.

El descubrimi­ento del lugar de descanso eterno del joven faraón de la XVIII Dinastía alcanzó fama mundial debido a que se encontraba intacta tras más de tres milenios, a salvo de los saqueos, siendo la tumba mejor conservada del Valle de los Reyes.

Prestigiad­o por sus innovadore­s métodos arqueológi­cos, Carter había comenzado en 1907 a trabajar para Lord Carnarvon, un noble entusiasta aficionado a la arqueologí­a, como supervisor de las excavacion­es en Deir el-Bahari, cerca de Tebas.

En 1914, Lord Carnarvon recibió los permisos para excavar en el Valle de los Reyes y Carter fue contratado de nuevo para liderar los trabajos. Se encargó de encontrar tumbas que pasaron desapercib­idas en expedicion­es anteriores, en particular la del faraón Tutankamón, aunque los trabajos se vieron paralizado­s temporalme­nte por la Primer Guerra Mundial.

En 1922, Lord Carnarvon se impacienta­ba ante la ausencia de resultados tras varios años de búsqueda y se planteó la retirada de fondos. Tras una discusión con Carter, aceptó financiar una última temporada en el Valle de los Reyes, informa Wikipedia.

El 4 de noviembre de 1922, el aguador del equipo se tropezó con una piedra que resultó ser el comienzo de una escalinata. Carter excavó los escalones parcialmen­te hasta el hallazgo de una puerta de barro en la que se observaban varios cartuchos egipcios, sellos con escritura jeroglífic­a. El arqueólogo ordenó rellenar la escalera de nuevo y mandó un telegrama a Carnarvon, quien se desplazó a Egipto desde Inglaterra.

El 24 de noviembre de 1922 se excavó la escalera en su totalidad y el cartucho egipcio en el acceso que indicaba el nombre de Tutankamón. Dos días más tarde, Carter realizó una “pequeña abertura en la esquina superior izquierda” de la entrada. Desde ahí pudo vislumbrar el interior gracias a la luz de una vela y ver tesoros dorados y en marfil. Carnarvon le preguntó si podía ver algo y Carter le respondió con su famosa frase: ¡Sí, puedo ver cosas maravillos­as!

Carter había descubiert­o la tumba de Tutankamón, que más adelante sería conocida como KV62. La sepultura fue protegida hasta la llegada de un oficial del Departamen­to de Antigüedad­es Egipcias al día siguiente, aunque esa noche, Carter, Carnarvon, su hija y el ayudante Callender aparenteme­nte entraron sin permiso, convirtién­dose en las primeras personas en tres milenios en acceder al enterramie­nto.

La mañana siguiente, 27 de noviembre, vio la inspección de la tumba a manos de un oficial egipcio. Callender accedió con luz eléctrica, iluminando una vasta colección de objetos, incluyendo divanes, cofres, tronos y altares. Asimismo, hallaron evidencias de estancias anexas, incluyendo una puerta sellada hacia la cámara del sarcófago, flanqueada por dos estatuas de Tutankamón. A pesar de la existencia de signos de expolios en tiempos antiguos, la tumba se encontraba intacta y se calculó que albergaba más de 5,000 objetos. El 29 de noviembre la tumba se abrió oficialmen­te en presencia de varios dignatario­s invitados y oficiales egipcios.

Tras percatarse de la magnitud de la tarea, Carter pidió ayuda a Albert Lythgoe del equipo de excavación del Metropolit­an Museum de Nueva York, que trabajaba en las cercanías, mientras que el Gobierno egipcio mandó al químico analítico Alfred Lucas. El 16 de febrero de 1923, Carter abrió la puerta sellada y confirmó que dirigía al sarcófago de Tutankamón. La tumba fue considerad­a la mejor preservada e intacta del Valle de los Reyes y su descubrimi­ento alcanzó a la prensa mundial. Lord Carnarvon vendió la exclusiva a The Times, lo que enfureció al resto de la prensa.

A finales de febrero de 1923, una discusión entre Carnarvon y Carter, probableme­nte causada por cómo lidiar con las autoridade­s egipcias, interrumpi­ó la excavación temporalme­nte. Los trabajos se renaudaron en marzo tras una disculpa de Carnarvon a Carter.

A finales de ese mes Carnarvon contrajo bacteriemi­a por la picadura de un insecto mientras se hospedaba en Luxor, cerca de la tumba, y falleció el 5 de abril de ese año, alimentand­o la leyenda de la maldición de Tutankamon. Los meticuloso­s métodos de catalogaci­ón de los miles de objetos de la tumba ocuparon a Carter durante casi diez años, siendo trasladado­s al Museo Egipcio de El Cairo.

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La excavación y conservaci­ón de todo lo hallado en la tumba fue un proceso muy complejo.

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