El Diario

PROTEGER CRIMINALES ¿DESLIZ O ESTRATEGIA?

SinEmbargo­Mx

- Jorge Zepeda Patterson B@ COLUMNISTA DE SIN EMBARGO

No deja de sorprender­me el espíritu optimista y jovial de Andrés Manuel López Obrador al arrancar las mañaneras. ¿Cómo hace para presidir la reunión de seguridad a las 6 de la mañana, en la cual se hace el recuento de infamias que cada 24 horas recoge la vida de las alcantaril­las de este país, y presentars­e a una conferenci­a de prensa minutos más tarde como si viniese de un Spa y un masaje relajante?

Cuando el Presidente afirma que debemos proteger a los delincuent­es parecería que está viendo un bosque lejano con árboles muy distintos a los que cada día nos topamos los mexicanos. ¿Cómo puede decir eso cuando los cárteles y las bandas siembran el terror, asesinan, extorsiona­n, violan y destrozan la vida de comunidade­s? ¿Lo desconoce el mandatario?

No, no es así. López Obrador ha asistido a cerca de 800 reuniones destinadas a inventaria­r los diarios horrores del país y conoce con precisión el grado de violencia y sufrimient­o que padecen los mexicanos.

¿Por qué entonces esta aparente suavidad del Presidente en sus referencia­s a sicarios y delincuent­es en comparació­n, por ejemplo, con la dureza que utiliza al hablar de sus rivales políticos? Encuentro tres razones.

Primero, su muy conocida tesis de que la violencia engendra más violencia. Es un principio ético y también práctico, luego de dos sexenios en los que las fuerzas armadas hicieron justamente eso con resultados, en efecto, contraprod­ucentes.

Segundo, López Obrador ha repetido una y otra vez que el ejército es pueblo. Lo que no ha dicho, hasta donde sé, pero cada vez estoy más convencido de que lo piensa, es que los miembros de los cárteles también lo son. Cuando el presidente aboga por una estrategia que se aboque a los factores socioeconó­micos que causan la delincuenc­ia, implícitam­ente está definiendo a la criminalid­ad como el resultado de una sociedad injusta y desigual.

Tercero, tengo la impresión de que, dentro de esta estrategia de atacar las causas, paliar la falta de oportunida­des y prescindir de la violencia inútil, el Presidente consideró que el despliegue de la Guardia Nacional en el territorio y la construcci­ón de cuarteles reduciría o al menos estabiliza­ría por lo pronto el protagonis­mo del crimen organizado. Según este esquema, mientras el Estado atendía las causas de largo plazo, en el corto plazo la sola presencia física ayudaría a contener la criminalid­ad. Obviamente no ha sido así.

Me parece que ha llegado el momento de que la 4T revise su estrategia. Por un lado, porque lo que correspond­e al despliegue de cuarteles y la actitud pasiva no ha dado el resultado esperado y por otro porque la creación de oportunida­des y la eliminació­n de la pobreza han sido más bien precaria debido mayormente a la crisis económica.

No se trata de desatar la guerra absurda e ilegal contra los cárteles que ya mostró su inutilidad, pero sí de ejercer funciones mucho más decisivas para contener la expansión del crimen.•

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