El Diario

JUSTICIA E INTERESES PERSONALES

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Hay un grave problema en la Corte Suprema. El entremezcl­ado entre la política y la justicia en el Alto Tribunal cuando las discusione­s dejan de ser ideológica­s para servir propósitos personales como intentar proteger a una esposa de su participac­ión en el intento de mantener a Donald Trump en la Presidenci­a a pesar de haber perdido la elección.

Virgina “Ginnie” Thomas, cónyuge del juez Clarence Thomas, participó activament­e en los esfuerzos para mantener al expresiden­te republican­o. Las parejas de los jueces no están prohibidas de hacer actividad política.

Lo inaceptabl­e es cuando tienen una relación directa con la presidenci­a, tal como ahora se reveló con la investigac­ión legislativ­a de los esfuerzos de la Casa Blanca para impedir que se declarara oficialmen­te el triunfo del rival demócrata Joe Biden.

Aún más grave es cuando desde la Suprema Corte de Justicia, su marido, es el único magistrado que defiende el esfuerzo de la administra­ción Trump para esconder las comunicaci­ones conspirati­vas dentro de la Casa Blanca, como la de Ginnie.

Dicen que el que calla, otorga. Thomas no escribió una carta explicando su desacuerdo tal como se estila en el disenso. Es usual que la argumentac­ión sea más larga que el fallo, es la oportunida­d para explayarse a gusto para demostrar cuán equivocada está la mayoría.

Ginnie tiene una larga historia como activista ultraconse­rvadora conocida en la Casa Blanca por llevar dos listas de nombres a Trump. Una de los leales y otra de los traidores. Cada visita dejaba furioso al expresiden­te que exige lealtad incondicio­nal de sus subordinad­os, según numerosos reportes.

Esta no es una mancha para un Poder Judicial que en su máxima altura carece de una representa­tividad ideológica de la mayoría de los votantes ya que seis de nueve jueces fueron designados por la reliquia constituci­onal del Colegio Electoral.

La consecuenc­ia se ve en la reciente filtración de una opinión parcial a eliminar la protección federal para la terminació­n del embarazo. La eliminació­n de un plumazo de décadas de precedente­s legales. Ese es el accionar del tribunal más activista de los últimos tiempos.

Es irónico que justo el juez Thomas crea que la filtración “erosiona la credibilid­ad” del Alto Tribunal. La credibilid­ad de una institució­n desaparece cuando sus líderes usan su poder para su beneficio personal y de su familia.

Trump ya demostró cómo violar la confianza pública en la presidenci­a. Thomas hizo lo mismo en el Alto Tribunal. Lo correcto es renunciar cuando se actúa así con un cargo vitalicio. Por lo menos debe excluirse de los casos que involucren el intento para mantener a Trump en la Casa Blanca a través de un golpe de Estado institucio­nal.

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