Ir a terapia
Cada vez son más las personas que se declaran adictas a sus redes sociales.
Unos minutos frente a la pantalla viendo videos cortos (reels) de Instagram o Tik Tok pueden convertirse en horas sin que algunos usuarios se den cuenta. Hay quienes incluso no se levantan de la cama antes de haber actualizado todas sus notificaciones.
“Noté que estaba deprimida, y llevaba mucho tiempo haciendo scrolling en Instagram sin poder sentir mucho, era raro porque algo que podía disfrutar ahora no me producía placer. Tenía metas que no cumplía o mantenía al margen porque no quería hacerlo. Caí en cuenta que me estaban haciendo más daño las redes sociales de lo que me estaban beneficiando”, cuenta Elena, que trabaja en marketing digital y usa tanto las redes para su trabajo que no se dio cuenta del daño que le hacían.
Frente a la realidad del diseño de las redes sociales para mantener mucho más tiempo al usuario enganchado, parece que las posibilidades de recuperar la vida fuera de Internet son pocas. hacerlo de forma más consciente: desactivé todas las notificaciones de redes sociales del teléfono, fui tomando más el control para no atenderlo cada vez que sonara, quiero darle el uso cuando yo quiera y pueda”, explica.
Esto funcionó para él, pero otras personas tienen que recurrir a otras medidas, como buscar un teléfono celular sin conexión a Internet ni redes sociales, para comunicarse solo cuando es realmente necesario o descargar aplicaciones que limitan el uso del teléfono al mínimo.
Otras más no pueden si no ver cómo su consumo sigue creciendo sin parar.
“Hasta ahora todo lo que he hecho para intentar moderar su uso no me ha funcionado”, cuenta Jorge Covarrubias. “Me doy cuenta, cuando en un rato de ocio tomo el celular y de repente ya estoy navegando, haciendo scroll en Facebook, Twitter o Instagram. En realidad no posteo mucho, pero a veces resulta inevitable ver lo que los demás publican sin poder parar”, admite el gestor cultural.
Este uso le ha provocado ansiedad pero debido a que su trabajo como periodista requiere de su conexión constante, sabe que es difícil renunciar a las redes de manera radical por lo que en ocasiones intenta salir de casa sin el teléfono. Pese a todo no ha pasado más de un día desconectado.
Algo similar le pasó a María Ruiz, quien se dio cuenta de un uso excesivo de sus redes un día que despertó y pasó tres horas sin pararse de la cama por hablar en WhatsApp.
“Eliminé algunas aplicaciones del teléfono. Pero todavía no reduzco mi uso. Solo trato de no despertar y que sea lo primero que vea”, explica.
A pesar de todas las consecuencias que causan las redes, el Manual Diagnóstico y Es
tadístico de los Trastornos Mentales, la herramienta taxonómica y de diagnóstico publicada por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (DSM) no cuenta su uso excesivo como una adicción.
Hay una discusión entre especialistas sobre si debería incluirse desde hace varios años y dados los cambios que experimentan las sociedades a partir de la pandemia.
El investigador del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Alonso López Chávez, señala que aunque no se le considera una adicción es cierto que puede convertirse en una conducta problemática.
Entre los síntomas que refiere para prestar atención en el consumo de redes sociales, está el síndrome de abstinencia, la irritabilidad, ansiedad o tristeza en un periodo corto o prolongado de uso de dispositivos móviles.
López Chávez señala también que hay que prestar atención a la tolerancia frente al uso, es decir, la cantidad de tiempo necesaria para que la persona se sienta satisfecha con lo que está consumiendo.
El investigador recomienda estar atentos a ese tipo de uso tóxico de las redes sociales sobre todo si tiene consecuencias como la pérdida del interés por la convivencia y el resto de las actividades sociales que forman parte de la vida.
“Si una persona nota que tiene un uso que está afectando su salud mental lo mejor es recurrir a un especialista. Cualquier tipo de terapia psicológica es positiva, aunque al tratarse de un asunto de conducta quizá sea lo mejor acudir a una terapia conductual” dice el experto.
Aunque no reporta un aumento en las personas que deciden cortar de tajo su uso “tóxico” de redes sociales, al menos no en la unidad de atención que tienen en el Centro Universitario, López Chávez dice que el paso más difícil es, como en toda adicción, aceptar que hay un problema y atenderlo.