LA MUERTE DEL PRI
El final del siglo XX registró la tesis de que el evento necesario para el avance de la democracia era la muerte del PRI, en su momento escribí que era una tesis autoritaria; construir la democracia sobre el cadáver de los contrarios es una tesis fascista.
El PRI construyó instituciones y una narrativa nacionalista que impactó de forma determinante la identidad política de muchas generaciones, inclusive fue un modelo estudiado por diversos país, Panamá se acercó mucho aunque el líder murió en un accidente de aviación. La deuda que el país tenía con los priistas se la cobraron a lo chino y con creces, así que parafraseando a Amado Nervo: priista ¡nada me debes! ¡nada te debo!¡ estamos en paz!
El origen vertical del PRI sujetó a sus bases al poder político, de ahí que el corporativismo que diseño a los sectores del partido se pareciera tanto al fascismo, pero a final de cuentas, todos los sistemas que someten a la sociedad a los designios del poder político se parecen entre sí.
Pero algo sucedió en el camino que deterioró de una manera al parecer irreparable la coherencia y congruencia interna en el partido y lo hizo ir perdiendo apoyo. De entrada se puede mencionar: aún cuándo la corrupción era parte del liderazgo pos revolucionario, esta pareció superar límites para configurar insultos llegando a un extremo intolerable; el sometimiento de la representación social sobre sus representados terminó alejando a líderes obreros, campesinos y profesionales de sus bases al grado de volver disfuncional la representación, los charros de la CTM se aferran dando pena y dudamos que todavía exista la CNC; la competencia político partidista empezó a mostrar viabilidad cuando empezaron a gobernar adquiriendo credibilidad aunque llevarán a un priista adentro (Castillo Peraza y Calderón dixit); mientras más se alejó el país de la revolución la gesta dejo de ser fuente del carisma y llegaron a enfrentarse líderes muchas veces sin carisma cuya fuente de inspiración social era distinta, con muchos panistas era la religión católica.
Se podría decir que el PRI se volvió obsoleto. La cultura política en el partido se alimentaba de paradigmas superados, se tomaban decisiones separadas en mucho de las expectativas sociales y sus liderazgos se deterioraron, un punto de inflexión fue el grupo que (des)gobernó en la era Peña Nieto y que terminó acusado, en la cárcel o fugado del país. l PRI está en la lona, sus líderes históricos son incapaces de llamar a la cordura a un liderazgo perdedor, pero también son incapaces de movilizar a las bases, las que muchas dicho sea de paso, ya no votan ni por los colores de la bandera ni por la retórica de la unidad de la gran familia revolucionaria.
Ni el PRI ni ningún otro partido debe morir como consigna, aunque sus errores los pueden llevar a la desaparición como ha sucedido con otros partidos (PARM, PPS, PCM, PES, etc.), pero la sociedad debe aprovechar la coyuntura para renovar y darle frescura al sistema político-partidista, que está agotado y carece de credibilidad.
Es hora de poner a la política al servicio de la sociedad y arrebatársela a los políticos que tan mal uso han hecho de ella.
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