El Diario

Exmilitar latina defiende la entrega con la que hispanos sirven a EEUU

- Edwin Martínez Edwin.martinez@eldiariony.com

Cuando Yoselín Brice era una niña y correteaba por los campos de Tamboril, en República Dominicana, soñaba con poder salir de allí un día, y recorrer el mundo. La pequeñita vivía con sus padres y sus hermanos, en un campo lleno de carencias en la localidad rural, ubicada en Santiago de los Caballeros. En su casa no había agua potable, no había baños, no había regaderas… pero había muchas ganas de superación.

Así lo confiesa la dominicana, quien a sus 50 años de edad hoy asegura haber vivido una película que tuvo como momentos álgidos su llegada a Nueva York, cuando tenía 8 años y el ingreso a las filas de las Fuerzas Militares de Estados Unidos.

“Para mí venir a Nueva York fue un cambio tremendo; fue como de repente abrir los ojos y sentirme como si estuviera en un programa

La exsargento Yoselín Brice, quien desde República Dominicana llegó a Nueva York cuando tenía 8 años y quien perdió a su esposo militar en 2008, habla de la importanci­a del servicio y la sanación, en el Día de los Veteranos

de televisión, después de haber vivido en una zona rural. Crecí como una niña muy entusiasma­da y bien feliz, primero en Jamaica, Queens, y luego en el Alto Manhattan”, comenta la exintegran­te de la Fuerza Aérea. “Luego en la secundaria comencé a soñar con querer ser parte del Ejército. Eso se convirtió en mi gran sueño, pero como pasa en muchas familias dominicana­s, mi mamá me convenció de que primero tenía que ir a la universida­d y asegurar mi educación. Así lo hice y después me metí a la Fuerza Aérea”.

La exsargento, quien estuvo en las Fuerza Armadas entre 1999 y el 2004, asegura desde su casa en Westcheste­r, al norte del condado de El Bronx, que en su rol de comando y control de aviones, pudo hacer realidad su sueño de vestir el uniforme militar y conocer lugares tan lejanos como Japón, Australia, Arabia

Saudita, Corea del Sur, España, Turquía, islas del Pacífico y el Oriente Medio.

“Para mi haber estado en la Fuerza Aérea fue maravillos­o, porque pude tener la oportunida­d de ver partes del mundo que como una mujer sola, en ese entonces, no hubiera podido”, dice la veterana militar, quien entre risas agrega que su paso por las Fuerzas Armadas también le sirvieron para conocer el amor.

“Estando allí conocí a mi esposo, Charles, que estaba en la Marina y entonces decidí salirme para poder seguirlo a él, porque siendo militares los dos, a él lo mandaban a

un lado y a mí a otro, entonces así era difícil desarrolla­r una relación y tener una familia, que era lo que también quería”, asegura la caribeña. “Sentía que ya había disfrutado seis años en la Fuerza Aérea, entonces me casé, y me mudé a Maryland, a áreas de DC, y tuvimos a nuestros dos hijos”.

Pero en el momento en que la familia celebraba su amor, y la felicidad los embargaba por la gracia de tener a su niña de 2 años y su bebito de 2 meses, en diciembre del 2008, en el estado de Virginia, el esposo de la exsargento murió. Una tragedia con la embarcació­n en la que viajaba la dejó sola y de nuevo la exmilitar tuvo que darle otro timonazo a su vida.

“Me regresé a Nueva York para estar cerca de mi familia, para que me ayudaran con mis hijos y después de estar establecid­os aquí, empecé a buscar apoyo en organizaci­ones y me encontré a ‘Tuesday’s Children’, que me ha ayudado desde entonces y que nos da la posibilida­d de compartir con familias de otros niños que como los míos, han perdido a sus padres en tragedias. Ellos me mandaban cartas, mensajes de apoyo, y me han dado protección, apoyo y sanación como familias que están pasando por el mismo sufrimient­o”, dice la dominicana.

Tuesday’s Children es una organizaci­ón que tiene como misión cuidar de las comunidade­s afectadas por el terrorismo, el conflicto militar o la violencia masiva, ofreciendo una vida de curación para las familias que han sido cambiadas para siempre.

Al hablar sobre el grupo de apoyo, que ha visto como un espacio útil en su vida y la de sus dos niños, quienes hoy tienen 16 y 14 años, la exsargento Brice manifiesta que lo mejor de la organizaci­ón es que crean actividade­s y un ambiente muy familiar, que los ayudan a salir de la tristeza y a manejar los retos emocionale­s surgidos tras la pérdida de su ser querido.

“La verdad nos sentíamos aislados, y con ellos ha sido un renacer. Nos llevan a los deportes, a ver a los Yankees, a ver juegos de fútbol y ante todo nos podemos unir y conocer a otros niños. Esta organizaci­ón como que nos devolvió el permiso para sonreír, para disfrutar, para ser normales de nuevo, porque cuando a uno se le muere alguien, uno se siente bien triste y se hace difícil celebrar y disfrutar, porque esa persona hace mucha falta”, dice bastante emocionada la veterana militar, quien ac

tualmente trabaja con el gobierno federal, gracias a una beca de dos años (Gold Stars: estrellas doradas) ofrecida a personas que han perdido a alguien en el Ejército.

Y con la celebració­n del Día de los Veteranos, la exintegran­te de la Fuerza Aérea, confiesa que pese a haber perdido a su esposo marinero, y sentir su ausencia, esta fecha la ve como un momento para honrar la labor de quienes, como ella, han dedicado su servicio al país.

“El Día de los Veteranos, usualmente no es día de tristeza para mí, es más un día de orgullo, y aunque generalmen­te en esta fecha hacemos servicios a la comunidad y participam­os en desfiles, este año no podré porque mi hijo que juega fútbol americano, tiene un partido de campeonato en su escuela, y voy a estar con él. Lo más importante es que vamos a celebrar en familia”, dijo la exmilitar.

Hoy, al mirar lo que ha sido

su camino de vida, y recordar su historia en las Fuerzas Armadas, Yoselín Brice, la niñita de ojos brillantes y sonrisa amplia que un día salió del campo en República Dominicana en el que nació, se llena de orgullo al saber que es uno de los tantos testimonio­s de latinos que han demostrado con acciones el compromiso y la entrega que tienen por Estados Unidos, con su servicio.

“Me emociona celebrar que nuestra comunidad latina, de la que muchos dicen en las noticias que no somos buenos americanos ni buenos ciudadanos y que no apoyamos a nuestro país, en verdad sí lo hacemos. Quisiera que esa gente que habla mal de nosotros sepan que nuestra gente sí está presente, que sí servimos y que somos grandes”, dijo la veterana militar, al tiempo que pidió a las familias hispanas apoyar a los hijos que deseen seguir el camino de las Fuerzas Armadas.

“Piensen que si sus hijos quieren ingresar al Ejército, es un honor. Hay que estar con ellos y dejarlos servir con orgullo, porque es una profesión honorable, y no solo hay que verlo como un acto de riesgo donde muere gente, sino como un honor donde recibimos el apoyo y el mejor entrenamie­nto. Es una profesión con buenos beneficios, que nos permite crecer y viajar al mundo, y ante todo que nos une a todos para siempre”, concluyó la exsargento dominicana.

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/ FOTOS CORTESÍA La exsargento de la Fuerza Aérea Yoselín Brice (a la derecha) junto a un grupo de miembros de la Marina estadounid­ense.
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Tras la pérdida de su esposo, la exsargento Yoselín Brice y sus hijos han recibido apoyo de la organizaci­ón Tuesday’s Children.

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