¿A qué edad debo darle un teléfono celular a mi hijo?
Experta ofrece una guía sobre los factores a tomar en cuenta
Eventos trágicos como los constantes tiroteos en las escuelas de Estados Unidos demuestran una cara amable del uso del teléfono celular en los menores de edad, ya que a través de éstos los niños y jóvenes pueden comunicarse fácilmente con sus seres queridos para notificar si están bien y dónde se encuentran.
Ante tal ventaja, muchos padres con niños en la escuela elemental e intermedia se preguntan: ¿A qué edad debo darle un teléfono celular a mi hijo?
María Álvarez, de la organización no lucrativa Common Sense Media (CSM, la cual proporciona advocación y educación a las familias para promover el uso de tecnología y medios de manera segura para los niños) responde: “Antes de tomar la decisión de comprarle un teléfono celular [a un hijo] es importante evaluar cuáles son las razones. ¿Estoy pensando en comprarle un celular porque lo necesita, porque lo quiere o porque todos o casi todos los compañeros de la escuela ya tienen uno?”.
La razón para hacerlo debería ser porque lo necesita para comunicarse con sus padres, especialmente en los casos de emergencia.
Álvarez también insta a los padres a reflexionar sobre el tipo de teléfono a darle al hijo con esta pregunta: ¿Necesita un niño de 10 u 11 años, o de menos edad, un teléfono inteligente con acceso a internet o simplemente un teléfono para comunicarse y mandar mensajes de texto ?
“Si queremos un teléfono para estar en contacto con ellos durante el día, porque estamos trabajando y nos daría tranquilidad, un teléfono sencillo que permita hacer llamadas y enviar mensajes de textos limitados, es suficiente”, señala Alvarez.
La madurez del menor es otro factor importante para saber si está ya en una edad para tener un teléfono celular.
“Los padres deben pensar más en qué tan maduros son sus hijos y no tanto en una edad determinada”, resalta la entrevistada. “No hay un número mágico que dice que ese es el momento apropiado
para que todos los padres les den a sus hijos un teléfono celular. Más bien lo son su responsabilidad y habilidad para obedecer las reglas del hogar y la escuela”.
Otro punto importante a
tener en cuenta antes de entregarle un celular a un hijo es el de establecer reglas claras para su uso, tanto en la casa como en la escuela.
“Entre las reglas, Common Sense recomienda evitar el
uso de electrónicos en la mesa a la hora de las comidas familiares y también evitar que los chicos duerman con los celulares en sus habitaciones”, señala la experta en asuntos familiares.
El hombre ha vivido obsesionado por cómo retener y avivar el deseo, y así escapar de la rutina a la hora de hacer el amor, sentirse deseado y desear por siempre, tanto como el primer día o la luna de miel. Es un tema tan viejo como la humanidad.
Actualmente, el asunto que más preocupa a los sexólogos es la falta de deseo, algo que era común en las mujeres pero hoy se está volviendo una epidemia en los hombres. ¿Qué hacer? ¿Por qué está pasando esto?
Los comerciantes nos invaden con todo tipo de “estrategias”, técnicas, cremas y pastillas que, generalmente, prometen lo que no cumplen. En el caso de la mujer, es peor. Entender el deseo femenino es mucho más complicado de lo que se cree, porque ella tiene muchas más exigencias.
El hombre, en su mayoría, es un pene erecto caminando por la vida, además de ser un analfabeto emocional. Su deseo tiende a ser más sencillo, ha sido educado separando el amor del sexo. Casi todos se excitan hasta con una escoba en minifalda. Pero, ¿qué pasa cuando tienen pareja estable y su deseo empieza a decaer?
La falta de deseo ha provocado que muchas farmacéuticas investiguen para ofrecer “una pastilla que resuelva el problema ese”. Nada más lejos de la realidad. Esto solo denota la falta de conocimiento sobre la sexualidad, la relación de pareja y la profundidad del vínculo emocional en relaciones significativas.
La mujer, adicta al romance, tiene más exigencias y complicaciones para mantener y expresar su deseo sexual. Los padres de la sexología, William Master y Virginia Johnson, ignoraron el deseo en el ciclo de la respuesta sexual. Ellos comenzaban con la excitación. Helen Kaplan hace cambios en el ciclo, comenzando con deseo y después excitación. Basson plantea una primera fase: la intimidad, estimulación sexual, excitación, evaluación adecuada de la excitación, deseo, experiencia sexual satisfactoria, intimidad… y de nuevo comienza el ciclo.
Como podemos apreciar, la respuesta sexual femenina tiene cuatro pasos antes de llegar al deseo, mientras el hombre comienza por ese paso. Siendo la mayoría de los hombres analfabetos emocionales, ¿cómo demonios van a tener herramientas para crear y mantener la intimidad, algo imprescindible para que la mujer sienta el anhelado deseo sexual?
Ya lo decía John Gray: el hombre llega al afecto a través del sexo, y la mujer llega al sexo a través del afecto. Con razón es el deseo el gran desconocido. Mi concepción es aun más profunda: las relaciones injustas, nuestras mochilas emocionales, las experiencias vividas en nuestras familias, en las relaciones con nuestros padres y a su vez en cómo se relacionaron nuestros padres, marcan profundamente la sexualidad y, sobre todo, el deseo.
La lucha por el poder, las grandes injusticias de género, a rabia tragada, y el no llenar nuestras necesidades de sentirnos amados, cuidados y comprendidos, tienen que ver más con el deseo que los “famosos” productos que aumentan supuestamente el deseo sexual. ¡Abajo los afrodisíacos! ¡Arriba el amor y la calidad de los vínculos profundos!