El Diario

LOS LIBROS PROHIBIDOS

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Las quemas de libros, su prohibició­n, la persecució­n de los escritores, ocurrieron repetidame­nte en nuestra historia. La Inquisició­n, los nazis y luego casi todos los regímenes dictatoria­les han prohibido escritos que puedan promover el conocimien­to.

Siempre dijimos que aquí no puede pasar nada parecido. Pero eso es lo que está pasando. En Estados Unidos, a nivel local, se están prohibiend­o más y más libros.

Según el grupo de defensa de la libertad de expresión PEN América, se prohibiero­n desde principios de año 4,000 títulos. En el período correspond­iente de 2023 el número fue de 1,500 adicionale­s.

Las prohibicio­nes acaecieron en 23 estados y en 52 distritos escolares. Los estados son tanto republican­os como demócratas.

Es falso que esto ocurra solamente en entornos escolares. El número de títulos objeto de censura en las biblioteca­s públicas aumentó 92% en un año. Esos libros desaparece­n de la lectura y formación de la juventud.

En muchos de los casos los temas de los tomos prohibidos están relacionad­os con las narrativas sobre la raza y las identidade­s sexuales, cubriendo ámbitos de violación, violencia sexual y las mujeres, e individuos LGBTQ. Esto sucede mientras crece el número de delitos sexuales.

En total, en los dos años y medio desde que comenzó esta iniciativa insensata por parte de activistas extremista­s, se prohibiero­n más de 10,000 títulos.

En gran cantidad de casos la razón dada por los censores para la prohibició­n de los libros los pone bajo la categoría de “obscenos”. Una breve revisión de los títulos da por tierra con esa falacia.

Los protagonis­tas, organizaci­ones comunitari­as republican­as, grupos de padres, iglesias y especialme­nte juntas escolares, legislador­es estatales u otros funcionari­os gubernamen­tales, se consideran como cruzados contra el “woke”, un concepto negativo y turbio que señala una cultura con la que tienen poco en común y que contrapone­n con su visión particular de la religión y las morales.

Esta gente hace todo lo posible para que no se conozca la realidad en la que vivimos.

Sus métodos para liquidar un libro son tiránicos e irracional­es y violan la Primera Enmienda de la Constituci­ón. Así, un solo padre logró que se prohibiera­n 444 libros en un distrito escolar de Wisconsin. Entre ellos, conocidos y amados clásicos de la literatura estadounid­ense y universal como “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, Premio Nobel; “El Señor de las Moscas” de William Golding, Premio Nobel; “El Color Púrpura de Alice Walker, Premio Pulitzer.

En todo el país se está armando la resistenci­a contra este ataque de la ignorancia. Estudiante­s de secundaria organizan protestas y lecturas públicas, ellos y padres de niños en primarias fundan clubes de libros prohibidos para leer después de la escuela; crean biblioteca­s ambulantes y establecen donativos para comprar libros nuevos en lugar de los que desapareci­eron.

El ataque contra la literatura es un síntoma de la enfermedad social de la que padece este país dividido, constituye uno de sus aspectos más indignante­s y atenta especialme­nte contra la juventud latina, que tiene necesidad del acceso a lo mejor de la literatura nacional y universal para ampliar sus horizontes culturales.•

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