El Diario

Ponle un alto a tu furia diaria

Expertos hablan de cómo llevar una relación más armoniosa con los demás

- Reforma

Parece irreal que dos mujeres comiencen a pelear por el uso de un aparato en un gimnasio y una termine arrancándo­le a mordidas un pedazo de dedo a la otra.

O que por un mal resultado en un partido de fútbol amateur alguien apunte con un arma a otro, o que un hombre baje de su auto para encarar a una mujer y golpearla.

Sin embargo, estos sucesos son muestra de los enfrentami­entos verbales o a golpes que, casi a diario y en su mayoría por discusione­s entre automovili­stas, también se viralizan, poniendo en peligro a los protagonis­tas.

¿Los detonantes? Invadir carril sin usar direcciona­les, sonar el claxon para que el otro avance o hacer un cambio de luces, en tanto que en las discusione­s en comercios o en la vía pública son por gente que se irrita por cualquier cosa.

¿Qué está pasando? ¿Por qué la sociedad vive con tanta frecuencia días de furia?

'YO VOY PRIMERO QUE LOS DEMÁS'

Además de que estos conflictos diarios visibiliza­n una clara falta de autorregul­ación de las emociones, evidencian la fuerte necesidad de siempre querer ir primero que los demás, explica Elena de la Garza, psicóloga.

"¿Quién dice que yo voy primero que el resto de la humanidad?", cuestiona la también maestra en terapia breve sistémica.

Es decir, explica, cada vez se piensa menos en el bienestar de los demás porque en el fondo se tiene el deseo de ser el número uno y la creencia de que los demás te tienen que dar un lugar.

"Hay que ver cómo yo estoy hiperrefle­xionando y pensando que yo voy primero que todo el mundo y entonces arremeto contra los demás porque según yo no me están dando mi lugar, ¿y quién dice que me tienen que dar un lugar?", indica De la Garza. "Te das cuenta de que tiene que ver con esa falta de comunicaci­ón adecuada de mis deseos y necesidade­s contra los deseos y necesidade­s de la otra, y entonces en el fondo es: 'yo voy primero'".

¿Dónde quedó la empatía?, se pregunta. Parece perdida la forma sana de resolver conflictos y pedir: "¿Me das chance?".

"Ahí te das cuenta que nos está faltando humildad".

La psicóloga De la Garza urge a priorizar la salud mental para aprender a autorregul­ar las emociones y así gestionar los sentimient­os negativos sin llegar a la violencia.

También llama a los padres de familia a reflexiona­r sobre cómo están educando a sus hijos y qué valores se enseñan.

Para el psicólogo social Rafael Limones, especialis­ta en prevención de violencias masculinas, apunta que la violencia se detona ante el pensamient­o de que se tiene poder y dominio sobre el otro.

"La agresivida­d tiene que ver con un proceso interno donde hay enojo y una irracional­idad ante una situación que no puedo controlar", dice Limones. "Y esa irracional­idad nos lleva a defender algo: es como una creencia irracional que tengo sobre un espacio o un lugar, y entonces con el uso de la fuerza se va y se comete un homicidio o, en este caso, arrancarle el dedo a la otra".

En los últimos 10 años, sostiene el psicólogo, la violencia se ha vuelto más compleja por la influencia de las redes sociales y la perdida de las relaciones cara a cara.

Son factores que, sumados al desconocim­iento de las emociones propias, crean una bomba.

ESTRÉS

Al hablar de problemas viales, el psicólogo Hugo Rivera comenta que una gran parte de los automovili­stas acumulan estrés por complicaci­ones laborales y problemas familiares o económicos.

Esto, mezclado con el tráfico asfixiante de las ciudades y una falta de cultura vial, forman un coctel de emociones difíciles de controlar, afirma el especialis­ta.

"Hay factores como el exceso de trabajo o situacione­s económicas que nos provocan una frustració­n", señala Rivera. "Esto nos puede llevar a un cansancio que impide manejar de buena forma los problemas".

Nicolás Campodonic­o, psicólogo, sostiene que un factor que influye es que ir en un auto da cierto anonimato a las personas, lo que puede provocar un comportami­ento más desinhibid­o.

● Inhala y exhala unos minutos para que el cuerpo se relaje.

● Cuenta hasta diez antes de tomar una decisión.

● Repite una frase motivadora.

● Procura escuchar tu música o programa preferido en el auto para distraerte del tráfico.

● Calcula tus tiempos para ir a tu destino: si no tienes prisa, los niveles de estrés bajan.

Si notas esto en tu conducta, ¡cuidado!, estás a punto de enfurecer:

● Respiració­n agitada

● Aumento en el ritmo cardiaco

● Semblante enrojecido

"Algunos conductore­s pueden sentirse más libres de expresar la ira", dice, "de expresar la frustració­n que tal vez en otro contexto no lo harían.

Sin embargo, no saber quién está detrás del volante en el otro auto debería ser el principal freno para iniciar una discusión.

CONTROLAR IMPULSOS

Aprender a controlar los impulsos en medio de una situación tensa es prioritari­o, indica el psicólogo Sebastián Adame.

"Si alguien se me mete en mi carril lo puedo sentir como una agresión, pero no nos detenemos a pensar que esa persona puede tener alguna emergencia u otra situación por la cual necesita avanzar un poco más rápido que yo", dice el experto.

"Pero cuando soy yo el que tiene prisa y realizo esa conducta, sí lo puedo justificar sin ponerme en el lugar del otro. Hay que aprender a identifica­r qué me molesta: si es la acción de la otra persona o si en realidad es lo que yo percibo", agrega el experto.

Adame sugiere aplicar la técnica de contar hasta 10 segundos para relajarse y no actuar de manera impulsiva. Esto permite analizar qué tan racional es el pensamient­o que surge en ese momento.

Empatía, ser cortés y controlar tus emociones son los primeros pasos para una relación más armoniosa con los demás. Y con uno mismo.

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