Un círculo de abuso difícil de dejar
Temor, economía y prejuicios paralizan a muchas mujeres
Si le maltrata, ¿ por qué sigue con él?
Es una pregunta rápida que surge cuando alguien observa desde fuera una relación de abuso y cuestiona la permanencia de quien lo sufre junto a quien lo inflige.
Abandonar una situación de abuso es un proceso arduo y largo, tanto que, en promedio, una persona que atraviesa esa situación a intenta salir de ella hasta siete veces, en promedio, antes de lograrlo, explica Concepción Miranda, consejera del Centro de Mujeres del Área de Houston, una organización que asiste a personas que sufren abuso doméstico.
Hay razones psicológicas y económicas para ello, pero es difícil, en general, que la persona que intenta romper ese círculo vicioso pueda hacerlo sola: lo importante es buscar la ayuda adecuada, señalan Miranda y otros expertos.
Mientras, el precio que puede pagar la persona que sufre abuso es alto: 23 mujeres murieron en el Condado de Harris en 2011 a manos de sus parejas, según cifras del Consejo de Texas sobre Violencia Doméstica. Diez de ellas eran hispanas.
Edna Mojica, conoce de cerca la dificultad de superar los obstáculos para abandonar a una pareja maltratadora.
Nacida en Nueva York de familia dominicana, Mojica llegó a Houston hace dos años después de mucho tiempo de mantenerse en una relación turbulenta.
“Él sabía cómo darme, adónde para no hacerme demasiado daño”, cuenta en relación a su ex pareja. “Yo peleaba mucho con él físicamente porque me quería defender. Me tiraba, mejalaba, medaba patadas, pero nunca me daba con un puño”, cuenta Mojica.
“Fue muy difícil paramí salir, porque aunque yo estaba trabajando, aunque yo tenía mi carro... él siempre decía... tú no la puedes hacer sola con cuatro niños, tú me necesitas”, señala.
El dinero es una de las razones que más pesan en las mujeres que sufren abuso, dice Miranda. El dilema es cómo mantenerse a ellas y a sus hijos.
El abusador normalmente intenta aislar a su víctima, explica Miranda, la hace sentir menos y logra que quede a sus expensas, especialmente si viene de otro país donde viven sus familiares y amistades.
Otro patrón de conducta es hacer que la víctima dependa económicamente de él hasta convertirse en el principal proveedor o único de la familia.
La situación es más grave si la persona es indocumentada. “Esto crea una barrera tremenda porque ( se preguntan): ‘ ¿ Dónde voy a trabajar? Tengo niños pequeños, ¿ dónde los voy a dejar?...’ Ya no es como en aquellos años donde era un poquito más fácil encontrar trabajo sin tener documentos”, explica Miranda.
El divorcio y los hijos
Otro elemento que retiene a muchas mujeres latinas maltratadas es el rechazo cultural al divorcio. “No quieren terminar separando a sus familias, lo único que quieren… es que termine la violencia”, dice Miranda. A veces también hay presión de familiares y amigos para que no haya una separación.
El psicólogo David Bueno Martín, quien ejerce en Katy, explica que entre las hispanas está muy presente el marianismo, la idea de que la mujer tiene que ser como la Virgen María: “Que sufre hasta la muerte, lo da todo y va a estar al cuidado de los suyos, de los hijos”.
Pero, advierte el experto, “la mujer piensa erróneamente que quedándose en esa relación los hijos van a estar bien, cuando sabemos que no es bueno para los niños ser testigos de violencia. De hecho, los niños sufren trauma por estar presentes”.
La abogada Jackie Pontello, directora de Asuntos Externos de Lone Star Legal Aid, añade que otro temor de la mujer maltratada por su pareja que se plantea salir de la relación es el de perder la cust o d i a de los hijos o incluso que el abusador, a través del derecho de visitas a los hijos, siga hostigándolas.
Un factor más, explica Miranda, es que algunas religiones insisten en que las parejas no se separen.
“Sabemos que nuestra comunidad latina es una comunidad de fe… Hay algunas religiones que ponen el sacramento del matrimonio por encima del sacramento de la vida y muchas veces es la falta de conocimiento de cómo es una situación de violencia doméstica”, lo que impide dar el paso.
Las cuestiones psicológicas son otro factor importante.
Miranda dice también que el abusador chantajea a su víctima, la manipula e incluso la hace sentir responsable del abuso, por lo que a la persona le cuesta buscar ayuda y cuando lo hace, “lo hace pensando en que, ‘ algo debo estar haciendo yo mal para que tengamos una relación de familia donde exista esta violencia y yo soy responsable por ella’”.
Una mexicana que no quiere ser identificada porque, dice, aún recibe amenazas de muerte de su ex pareja cuenta: “Existe como una vergüenza en tu interior que no te deja hablar”. Y como ejemplo relata lo que llegó a creer de sí misma en esa relación de abuso: “Pensaba, ‘ yo no sirvo, yo no sé manejar el dinero’”.
Llegó indocumentada y vivió una primera relación de abuso de la que escapó, pero cayó en otra donde el abuso se fue desarrollando paulatinamente hasta derivar en golpes y violación. Recientemente obtuvo su residencia legal a través de la Ley de Violencia contra la Mujer ( VAWA, por sus siglas en inglés).
Patrón de conducta
El haber experimentado violencia de niños mantiene a las víctimas atadas y proclives a una conducta repetitiva, explica Bueno Martín.
“Las personas ya han pasado por mucho trauma, por ejemplo, haber observado violencia doméstica en sus propios padres”, dice el psicólogo. “Al nunca haber superado ese trauma porque no lo han tratado, porque no han recibido el apoyo social suficiente para salir de él, uno queda en un rol de víctima”.
Otros problemas psicológicos que mantienen a la persona “encajada en la situación”, dice el experto, incluyen síntomas de estrés postraumático, como sueños o recuerdos de situaciones violentas y una sensación de desesperanza. “La ansiedad, el pánico, la depresión es muy común en las mujeres que han pasado por relaciones abusivas”, señala.
Mojica, quien de niña observó violencia entre sus padres, dice que para dejar a su abusador enfrentó muchas barreras.
“No era que no quería irme, era que yo pensaba que no podía... En la comunidad hispana no es tan común ir a una organización y decir necesito ayuda... Todo lo que pasa en el hogar se queda ahí”.
“Una vez me fui para la casa de mi padrastro y me dijo, ‘ tú tienes que volver, ése es tu hogar’... Otra vez me fui y él ( su ex pareja) y su mamá me cogieron la bebé. Me dijeron, ‘ si tú no vuelves, no vuelves a ver la niña’... Varias veces le hablé a la policía pero... nunca lo arrestaban”.
En una de las ocasiones en que su pareja fue encarcelada por delitos de drogas, Mojica decidió educarse sobre la violencia doméstica y se separó de él hace seis años.
Dar el paso
Al final, dice Miranda, el tiempo que una persona tarda en dejar una relación de abuso depende de su experiencia de vida, valores, el ambiente en el que creció e incluso su personalidad. También si ocurre algo muy grave, por ejemplo, que el abusador empiece también a atacar a los hijos.
Bueno Martín insiste en que es importante que en el momento en que la mujer esté lista para dar el paso establezca, junto con un profesional o un grupo de apoyo, un plan para salir del peligro que incluya desde preparar una maleta y ahorrar dinero con anticipación hasta buscar el lugar al que se puedan trasladar. “Estamos hablando de la diferencia entre la vida y la muerte. Tenemos que tomarlo así, como una situación muy grave”, dice.
El apoyo legal es crucial. Por ejemplo, las órdenes de restricción que prohíben a los abusadores ir a ciertos lugares como una casa, escuela, lugar de trabajo o hasta una iglesia.
En cuanto a los hijos, las leyes de Texas pueden permitir el contacto de un padre acusado de abuso
Línea de ayuda de violencia doméstica ( 713) 528- 3625
Centro de Mujeres del Área de Houston ( 713) 528- 6798 o visita www. hawc. org
Línea nacional de violencia doméstica 1− 800− 799− 7233
legal: Lone Star Legal Aid ( 713) 652- 0077
Ayuda a Víctimas de Abuso Doméstico ( ADA) ( 713) 224- 9911
Programa de Abogados Voluntarios de Houston ( 713) 228- 0735 siempre que los niños no corran peligro. Pero ese contacto puede ser a través de visitas supervisadas.
En los últimos años ha habido avances importantes. Por ejemplo, la orden de restricción tienen una duración de dos años pero si se demuestra que una persona ha sufrido daño físico grave, puede extenderse indefinidamente. También se ha extendido la orden de protección para cubrir a personas relacionadas con la víctima, por ejemplo, su nueva pareja.