MÉXICO Lo que le espera a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán
México ya inició dos procesos penales en su contra mientras EE.UU. busca extraditarlo
Joaquín El Chapo Guzmán, considerado como el capo más poderoso del mundo, está de nuevo tras las rejas, 13 años después de haberse fugado de una prisión de alta seguridad.
Guzmán, señalado como el líder máximo del cártel de las drogas de Sinaloa, enfrenta en México dos procesos penales por crimen organizado, aunque otros podrían sumarse en el futuro.
El primero es por delincuencia organizada con base en acusaciones presentadas en 2011. El segundo data de 2009 y es parte de una acusación en la que también se le imputaba el delito de tráfico de cocaína. Sin embargo, ese último delito fue desechado porque el juez del caso señaló que la autoridad no demostró su responsabilidad en él. En México, por ahora
El inicio de los procesos penales garantiza que el capo permanecerá en el futuro inmediato en México y que no será extraditado rápidamente hacia Estados Unidos, donde es buscado por las fiscalías de distrito de seis estados, entre ellos Texas y Nueva York.
El procurador general de México, Jesús Murillo Karam, dijo el martes a Radio Fórmula, una emisora mexicana, que en total hay ocho procesos que cursan en México en contra de El Chapo y aunque señaló que en su momento las autoridades analizarán un eventual pedido de extradición, precisó: “Por lo menos pronto no creo que se dé”.
Murillo también dijo que conversó con su homólogo estadounidense, Eric Holder. “Me planteó la posibilidad (de la extradición), le dije que era un asunto que teníamos que revisar y actuar en función de lo que fuera más conveniente, no sólo para México, sino incluso también para ellos”.
Guzmán fue detenido el sábado en un condominio en el balneario turístico mexicano de Mazatlán. El capo se había fugado de una prisión de máxima seguridad en el occidente del país en 2001, aunque ahora las autoridades aseguran que no hay posibilidades de que se escape de su nueva prisión, conocida como El Altiplano, en el centro de México.
Según la cadena mexicana Televisa, que cita a agendes federales que viajaron con el narcotraficante tras su arresto en Mazatlán, Guzmán admitió haber matado a entre 2000 y 3000 personas, entre ellas al narcotraficante Ramón Arellano, aunque negó haber asesinado al cardenal Juan Jesús Posadas, en mayo de 1993.
Funcionarios mexicanos dicen que antes de considerar la extradición, esperan que Guzmán enfrente todas las acusaciones en el país y que sea sujeto a interrogatorios para obtener información que permita desmantelar el cártel de Sinaloa, el principal grupo del narcotráfico en México, que se ha extendido a una docena de países.
El consultor internacional Samuel González Ruiz, comentó al periódico mexicano El Universal que la Constitución de ese país permitiría que el capo sea extraditado a EE.UU. sin que sea necesario que concluyan los procesos que encara en los tribunales mexicanos.
Pero Guzmán tiene derecho a usar los recursos disponibles en las leyes mexicanas para evitar la extradición y, de hecho, una jueza le concedió ya un amparo provisional que impide que sea enviado a EE.UU. por ahora.
Analistas tanto en México como en EE.UU. han advertido que mante- ner a Guzmán en México podría hacer que se desperdicie la posibilidad de explotar los conocimientos del capo, sobre todo porque las autoridades estadounidenses han mostrado en el pasado una mayor habilidad para ofrecer a criminales capturados los incentivos necesarios para que cooperen con los fiscales. Fuente de datos
Autoridades estadounidenses suelen usar a familiares como medio para presionar a presuntos criminales para que les den información. A veces, incluso amenazan con dejar a sus seres queridos sin dinero al congelar los bienes de capos que rechacen cooperar.
Guzmán fue capturado en un condominio en el que estaba su esposa Emma Coronel, una ex reina de belleza y sus dos hijas gemelas. A Coronel la dejaron ir porque no había cargos en su contra. Para algunos observadores, fue una oportunidad que no se habría dejado perder en EE.UU.
“Los fiscales de Estados Unidos tienen muchas herramientas... Ellos pueden ofrecer muchas más cosas que las autoridades mexicanas”, dijo Ale- jandro Hope, analista de seguridad y ex miembro de la agencia de inteligencia mexicana. “Ahora el reto es mantenerlo en prisión. Eso sería un éxito suficiente. (Pero) no creo que vaya a dar mucha información”, añadió.
Otros analistas consideran que es posible que México se quede con él. “Lo veo como un punto de orgullo para México el hecho de mantenerlo preso hasta que cumpla su sentencia”, dijo Jan Ronis, abogado defensor en San Diego que se ha ocupado de casos de extradición de alto perfil desde México y que representó a la hija de Guzmán cunado la arrestaron en 2012 por cuestiones de inmigración. “Es un asunto de soberanía”.
Si México acuerda la extradición, el fiscal general de EE.UU. decidirá cuál distrito lo enjuiciará. Pero los abogados de Guzmán pueden apelar la decisión y crear demoras. México no extradita a quien pueda enfrentar la pena de muertel.
David Weinstein, un ex fiscal adjunto en Miami, dijo que la principal preocupación de que Guzmán permanezca en una prisión mexicana es la posibilidad de que desde ahí siga operando su imperio de las drogas.
Weinstein, que dirigió la sección de narcóticos en Miami, comentó a la AP que estaba casi seguro que “El Chapo” recibió ayuda de algunas autoridades mexicanas para evadir la justicia por tanto tiempo.
En El Altiplano, la principal cárcel federal del país y considerada una de las más seguras, también están presos otros importantes capos de las drogas como el líder de Los Zetas, Miguel Angel Treviño “Z-40” y Edgar Valdés Villarreal “La Barbie”, quien llegó a ser jefe de sicarios del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
El acceso al penal es restringido y para ingresar las personas son obligadas incluso a desnudarse para que cada prenda de vestir sea revisada.
Entre los narcotraficantes mexicanos extraditados a EE.UU. está Benjamín Arellano Félix, líder del cártel que llevaba su nombre y que en 2012 fue sentenciado a 25 años en una prisión federal por delitos de drogas.
Arelllano pasó nueve años en México luchando para que no lo extraditaran. Su arresto ayudó a desmanteló en gran medida ese cártel.