Se fue un grande
No necesitó patear un balón ante multitudes ni calzarse los guantes y fajarse en un ring o darle a la bola con un bate. Su vida privada tampoco ocupó titulares escandalosos en los medios.
Quizás fue un completo desconocido para los mexicanos por haber practicado un deporte de elite, aunque eso no fue un impedimento para que, por ejemplo, la exitosa golfista Lorena Ochoa alcanzara la fama.
Carlos Gracida fue uno de los máximos exponentes del deporte mexicano y, sin dudas, uno de los mejores polistas de la historia. Quizás fue más conocido en Argentina, Gran Bretaña o Estados Unidos, donde falleció el martes a los 53 años de edad en un hospital de Florida luego de caer de su caballo durante un torneo en la localidad de Wellington, donde vivía.
Miembro de una familia de polistas, tuvo una impresionante carrera profesional que se extendió por más de 35 años, 15 de ellos con 10 goles de handicap, la máxima calificación del polo.
Fue el extranjero que más veces se consagró en el Abierto Argentino de Palermo, considerado como la catedral del polo, donde ganó cinco títulos e integró dos equipos históricos como La Espadaña y Ellerstina.
En 1994 ganó allí la Triple Corona ya que a Palermo le sumó los títulos de Hurlingham y Tortugas y fue el único extranjero en ganar el Olimpia de plata en los premios más importantes de ese país. Esa temporada también ganó el Abierto Británico (donde obtuvo 10 títulos) y el de EE.UU. (donde se llevó nueve) para alcanzar el Grand Slam.
Se codeó con reyes y jeques y fue uno de los jugadores favoritos de la reina Isabel, además de darles clases y jugar con los príncipes Carlos y Guillermo en Gran Bretaña, donde fue sumamente respetado y querido.
Murió en su ley, tras caer de su caballo, y dejó una huella enorme con su estirpe de campeón. gf.moores@chron.com Sigue a GFM en twitter: @ GermanFMoores